En una votación unánime y a pesar de la evidencia que prueba que la misma no es necesaria para este grupo etario, la inoculación fue introducida en el calendario infantil obligatorio.
El pasado miércoles, el Centro para el Control y Prevención de Enfermedades (CDC) aprobó de manera unánime la introducción de la vacuna contra el COVID-19 en el calendario obligatorio de vacunación infantil de los Estados Unidos.
Los 15 miembros del Comité de Recomendación en Prácticas de la Inmunización (ACIP) dieron su voto positivo en favor de que las vacunas estén dentro del calendario infantil, y que estén cubiertas a nivel federal bajo un programa donde dichas inoculaciones puedan ser adquiridas a precios preferenciales (con descuento) para luego distribuirlas a ciertos proveedores bajo contratos públicos.
De esta forma, los niños de a partir de 6 meses que carezcan de fondos suficientes para obtener la vacuna de manera privada podrán ser inoculados sin el consentimiento de los padres en hospitales o centros de salud que formen parte de este programa público y gratuito impulsado por la Casa Blanca.
La recomendación del CDC a nivel federal no es vinculante para los estados, y ahora cada gobernador deberá decidir si en el calendario estatal introducen la vacuna para los menores de edad, y si la hacen obligatoria.
Según reportes de Fox News, desde la Casa Blanca ya lanzaron una campaña de presión a los gobernadores republicanos que se opondrían a la medida para que le hagan caso al CDC. Biden dijo que “serían estupidos” si no la agregan.
Para oficializar la introducción de la vacuna contra el COVID-19 en el calendario infantil, los burócratas del CDC ignoraron una multitud de objeciones realizadas por parte de asociaciones que agrupan a miles de profesionales de salud de todo el país, que presentaron evidencia de efectos adversos en infantes que ya han sido inoculados, además del casi inexistente peligro que el virus chino supone para la salud de este grupo etario.
El CDC de Biden señaló que el riesgo de enfermedades relacionadas con la inoculación como lo son la miocarditis y pericarditis (observadas en todos los rangos etarios en los últimos meses) es “raro” y que dichos episodios “aislados” se han manifestado mayormente en adolescentes y jóvenes adultos.
Los funcionarios del Centro de Enfermedades aseguraron que el riesgo de un “caso grave” por COVID-19 es mayor que el riesgo a que las vacunas produzcan efectos adversos, incluso en niños sin comorbilidades, lo cual fue probado falso.
Hasta el momento, la FDA ha aprobado por procedimiento estándar dos vacunas contra el Covid: la serie primaria de Pfizer-BioNTech para personas mayores de 12 años y la serie de Moderna para adultos mayores de 18 años. Cada una de ellas está autorizada para su uso de emergencia en niños de hasta 6 meses, y todas las dosis de refuerzo están autorizadas para su uso de emergencia, pero estos estudios no han pasado por los procedimientos estándar.
Cabe señalar que las recomendaciones de la vacuna por parte de la CDC no tienen ninguna vigencia legal, pero muchos estados y jurisdicciones locales dominados por los demócratas han aplicado en el pasado estas recomendaciones burocráticas como si fueran ley, como por ejemplo en el uso universal y obligatorio del barbijo.
Sin ir más lejos, estados como Washington y California ya anunciaron planes para que todos los estudiantes del estado sean inoculados de forma obligatoria para el próximo año si quieren seguir matriculados en sus instituciones educativas.
Quien no seguirá este camino son lugares y jurisdicciones gobernadas por los republicanos como Florida. El cirujano general del estado, Joseph Ladapo, aseguró que sin importar lo que establezca el CDC, la medida no tendrá injerencia en ninguna parte de Florida y que irán tras los municipios locales que intenten adoptar normativas similares.
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