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La oscura estrategia de Maduro para sacar de carrera a los candidatos de la oposición

¿Una elección sin candidatos opositores? Sucedió en noviembre pasado en Nicaragua, luego de que Daniel Ortega metiera presos -o desterrara- a todos los presidenciables. O en marzo en Cuba, donde nadie por fuera del Partido Comunista participa de los comicios ficticios… La táctica es conocida en América Latina y el régimen venezolano es un buen alumno.

Fernanda Kobelinsky // INFOBAE 

Históricamente ha echado mano a las proscripciones para manipular las elecciones. El objetivo es armar boletas a la carta, para minimizar riesgos de derrota. El régimen de Maduro ha metido líderes populares a la cárcel sin cuidar las formas (Leopoldo López, Antonio Ledezma, por ejemplo), su Asamblea Nacional elegida fraudulentamente para desplazar a la legítima le ha quitado la personería jurídica a los partidos más tradicionales y también a los emergentes y, además, ha torcido la Constitución para inhabilitar a los líderes opositores que mejor medían de cara a cada comicio presidencial.

Ahora fue el turno de María Corina Machado, que se suma a la lista negra que ya integran el dos veces candidato a la presidencia Henrique Capriles y Freddy Superlano, el postulante del partido de Leopoldo López y Juan Guaidó. Los tres precandidatos opositores a la presidencia de Venezuela están proscritos en la Venezuela de Maduro.

La candidata de Vente Venezuela llena plazas en todo el país, incluso en los bastiones tradicionalmente chavistas, logró llegar a cada rincón en auto porque no la dejan ni siquiera usar vuelos nacionales, y cosecha una movilización inédita en los últimos meses.

Con tamaña popularidad, el régimen le bajó el pulgar y el último viernes confirmó su inhabilitación para cargos públicos por 15 años. “El chavismo históricamente ha tenido tendencia a hacerle esto a los políticos con potencial de tener muchos votos”, afirma en diálogo con Infobae el analista político venezolano Alejandro Armas y recuerda que en 2008 Leopoldo López fue la primera víctima, cuando Hugo Chávez lo inhabilitó para que no pudiera competir por la Alcaldía de Caracas.

Bajo el eufemismo de “irregularidades administrativas” el chavismo se deshace de todo aquel que presente peligro electoral. La táctica es la versión evolucionada de los gobiernos paralelos que elegía Chávez cada vez que perdía algún territorio. Entonces, armaba una estructura gemela y desviaba para allí los fondos despojando de recursos al opositor que legítimamente había ganado en las urnas. Maduro lo hizo con el Parlamento tras el histórico triunfo de 2015 pero ahora parece no ser suficiente, mejor intentar cortar de raíz e impedir que se presente.

Es preventivo: Maduro teme que María Corina Machado gane las primarias y como es quién mejor intención de voto tiene, al mismo tiempo, busca desalentarlas.

El método que implementa serialmente el chavismo además es contrario a la propia Carta Magna Bolivariana: estas inhabilitaciones emanan de la Contraloría General de la República a través de su polémico Código de Inhabilitaciones que viola la Constitución, que detalla que para quedar inhabilitado para ejercer derechos políticos tiene que existir una sentencia firme inapelable de la Justicia.

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