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Isaac Sultán Cohén evadió impuestos en la compra de obras de arte por 27 millones de dólares de acuerdo con una demanda de la Fiscal General del estado de Nueva York

El potencial caso de evasión de impuestos en la compra de obras de arte por 27 millones de dólares por parte de Isaac Sultán Cohén, empresario que hizo fortuna al controlar los almacenes de los principales puertos venezolanos en la primera década del chavismo, no desembocó en una acusación contra el magnate criollo. Por el contrario, su testimonio es la base para una demanda del Estado de Nueva York contra la famosa casa de subastas Sotheby´s, que también expone la actuación presuntamente irregular de una especialista venezolana en el mercado artístico.

Un día de mediados de otoño de 2010, dos venezolanos se reunieron en un local de la cadena de cafés-restaurantes Sant Ambroeus en Manhattan.

Uno era Isaac Moisés Sultán Cohén, empresario del sector naviero que amasó parte de su vasta fortuna cuando administró los almacenes de los principales puertos venezolanos, durante la primera década de la autodenominada Revolución Bolivariana y cuya empresa insignia, Braperca, acababa de ser abruptamente ocupada por el chavismo apenas un año antes de aquel encuentro.

El otro comensal era una mujer de 24 años de edad. La joven, Ana María Celis Atencio, apenas completaba dos años, hasta entonces, como catalogadora junior en Sotheby´s, una de las principales casas de subastas del mundo.

Para la fecha, noviembre de 2010, Celis Atencio, precoz y brillante -según la califican algunos de sus conocidos en el mundillo del arte en Nueva York-, se había convertido en lo que este tipo de corporaciones denomina Key Client Manager (KCM), la persona que maneja la cuenta de un cliente relevante.

También para entonces, y a pesar de lo reciente de su aparente revés con Braperca, Sultán Cohén calificaba como un Key Client. La propia Ana María Celis lo certificó en un reporte para su empleador. La ejecutiva auguraba buenos negocios con el magnate, también joven -aunque no tanto: 45 años- y desconocido para el público. “[Venezuela] depende de las importaciones, así que este es un negocio muy rentable”, escribió Celis en su informe. A su cálculo no le faltó razón: en los próximos cinco años, Sultán Cohén pasaría a ser uno de los diez mejores clientes del departamento de Arte Contemporáneo de la institución, tras gastar más de 27 millones de dólares en la compra de 35 piezas de arte y muebles de colección.

La conversación en el café neoyorquino tenía como propósito afinar los detalles de la compra que iba a hacer Sultán, pocos días después, de una obra de Anish Kapoor, el artista británico de origen indio conocido por sus esculturas abstractas, por un monto de 1,4 millones de dólares.

Pero, mientras conversaban, el empresario hizo una pregunta que abriría el camino para un juicio, exactamente una década más tarde, en la Corte Suprema de Nueva York.

Según quedó registrado en el documento de 42 páginas de la demanda que el 6 de noviembre de 2020 introdujo la Fiscal General de Nueva York, Letitia James, contra Sotheby’s, “el coleccionista preguntó a su KCM por qué algunas personas no pagaban impuestos de ventas cuando compraban arte”, se lee.

Fue el origen de una historia en la que su curiosidad terminó delatando al potentado venezolano con las manos puestas en un hobby prohibitivo que practica de un modo desleal, siempre de acuerdo al expediente de esa demanda. Y, sin embargo, el demandado no fue él.

El ‘Key Client’ siempre tiene la razón

Por las leyes del estado de Nueva York, todo el que compra obras de arte en esa jurisdicción debe pagar un impuesto a la ciudad y al estado. Sin embargo, los comerciantes de arte -aquellos cuyo negocio es revender las obras, en vez de conservarlas- pueden obtener una exención de esta carga.

Según destacó la acusación de la Fiscalía, cuando Sultán Cohén indagó sobre la fórmula para dejar de pagar impuestos sobre sus adquisiciones de arte, Celis le respondió que podía acudir a esa exención y presentar la planilla correspondiente para obtenerla, toda vez que él “podría revender su arte en algún momento”, algo que no era cierto, pues la exención solo aplica para galerías o comerciantes de arte registrados.

Pero la actuación de Celis y otros empleados de la casa de subastas fue más allá, de acuerdo con el relato de la Fiscalía ante la corte. Celis, o alguien bajo sus indicaciones, llenó parte de la planilla, específicamente el renglón que decía que Sultán estaba “en el negocio del comercio de arte” y que vendía “bellas artes”, algo que Celis sabía que no era cierto. El documento alega que al menos 12 empleados de Sotheby’s sabían que Sultán estaba usando certificados de reventa para comprar obras que, en realidad, tenían por destino final el apartamento del venezolano en Park Avenue.

La historia de la Fiscalía describe el tenso ambiente de la “rivalidad cortagargantas” entre Sotheby’s y su histórica competidora, Christie’s, ambas instituciones fundadas en Londres en el s. XVIII y cuyas ganancias se basan en las comisiones, de entre 14% y 25%, que obtienen de las piezas que subastan. El pasado 5 de mayo el juez de la Corte, Andrew Borrok, ordenó a Sotheby’s entregar a la Fiscalía la lista de los 450 clientes que hicieron compras de cinco millones de dólares o más entre 2008 y 2015, cifras que dan una idea de las ganancias que generan estas corporaciones. Este ambiente de gran competitividad y exigencias de ingresos exorbitantes, a menudo, lleva a los empleados de ambas instituciones hasta extremos inusuales, como organizar las fiestas de cumpleaños de los hijos de los coleccionistas, un tipo de servicio extra e informal, nunca previsto en algún contrato, pero que busca complacer y fidelizar a sus clientes.

De allí que Celis Atencio no solo respondiera a la petición de Sultán Cohén de orientarle en cuanto a posibles fórmulas para evitar el pago de impuestos, sino que recorriera esa milla extra.

Por ejemplo, en la demanda se narran con detalle los tormentos de Celis Atencio y las súplicas a sus colegas al interior de la casa de subastas para atender las exigencias de Sultán Cohen, esbozado en el expediente como un cliente difícil y caprichoso que con frecuencia amenazaba con llevar sus compras a Christie’s.

En noviembre de 2012, por ejemplo, el magnate pidió que unas obras de arte, compradas en la sede de Sotheby’s en Londres, fueran llevadas a su apartamento en Nueva York en un tiempo muy corto. “Estoy bajo mucha presión para lograr que esto suceda (…) ¿Por favor? Me arrodillo para rogar en este momento”, le escribió Celis en un correo a un colega. Fue convincente con su súplica; la empresa asumió los 1.800 dólares que costaba el envío para cumplir con el plazo requerido por Sultán: el cliente, en especial si es VIP, siempre tiene la razón.

“Ellos formaron rápidamente una conexión fuerte: El coleccionista se dio cuenta de que ella era de su mismo país, y estaba muy impresionado con su conocimiento de arte latinoamericano”, relata la demanda.

La Fiscalía considera que la actuación irregular de Celis, una veinteañera que completaba menos de tres años desde que se graduó en la universidad, se debió a que la venezolana no habría recibido el entrenamiento adecuado por parte de Sotheby’s, así como a las malas “prácticas y políticas” de la empresa que “descartó de forma descuidada la falsedad de los certificados de reventa que aceptó del coleccionista y su compañía o permaneció deliberadamente ignorante de su falsedad”. Esto último constituye un delito, en opinión de la Fiscalía. La acción judicial del ministerio público solo señala a la casa de subastas, pero no incluye ningún cargo contra Celis Atencio.

El alegato de la Fiscalía resalta que la irregularidad se repitió en un total de cuatro certificados entregados entre 2010 y 2015. Añade que varios altos ejecutivos de Sotheby’s conocían que Sultán Cohén destinaba las obras que compraba a su pied-a-terre neoyorquino y no al mercado.

El proceso se encuentra todavía en una fase preliminar, en la que la oficina de James está realizando peticiones de documentos e información a la casa de subastas y definiendo cuáles de estos documentos e interrogatorios deben ser considerados como “confidenciales”, bien porque contienen información personal o comercial sensible, o porque pueden ser “perjudiciales” para el Estado de Nueva York, su gobierno o sus agencias. El juicio es de tal complejidad que el cronograma establecido se extiende por ahora hasta marzo de 2023, cuando se espera que concluyan los testimonios de los expertos que serán interrogados por las partes.

En las respuestas dadas hasta ahora a las peticiones de la Fiscalía, Sotheby’s menciona a algunas personas que ocuparon puestos importantes para la época. Entre ellas, por ejemplo y además de la venezolana Celis Atencio, destaca Gabriela Palmieri, exvicepresidente senior de la institución en ese periodo y una reconocida especialista en arte contemporáneo, que se convirtió en la primera mujer con raíces latinoamericanas en dirigir una subasta nocturna en Sotheby’s. Hija de la leyenda del latin jazz, Eddie Palmieri, calza con la descripción dada en la demanda sobre la persona que tomó el relevo en la relación con Sultán en 2013, tras la marcha de Celis Atencio, de Sotheby’s a Christie’s, su archirrival, en donde la venezolana hoy se desempeña como vicepresidente senior y jefe del Departamento de Ventas Nocturnas de Arte Contemporáneo y de Posguerra. Para conocer su versión de la historia, Armando.info intentó contactar a Palmieri a través de su cuenta de Instagram el pasado 21 de abril, pero no había obtenido respuesta hasta la fecha de publicación de este reportaje.

Deconstruyendo al ‘coleccionista

El 8 de noviembre de 2010, tras la reunión en el Sant Ambroeus, Sultán entregó el primero de los certificados de reventa en los que se aseguraba, falsamente, que él estaba en el negocio del comercio del arte. Los certificados eran del tipo blanket, o “cobija” en inglés, así llamados porque permiten cubrir las compras de diversas obras u objetos artísticos a lo largo de varios años. Como consecuencia de estos documentos fraudulentos, que eximieron al magnate venezolano de sus obligaciones tributarias, el estado de Nueva York dejó de recibir 2,4 millones de dólares. La demanda agrega que Sultán intentó repetir esta práctica con otras dos instituciones del ramo, cuyos nombres no precisa; pero que los papeles fueron rechazados por esas contrapartes, distintas a Sotheby´s, debido a que el empresario indicó, en el renglón en el que se le preguntaba por su actividad comercial, que estaba “en el negocio de las exportaciones y principalmente vendo objetos de propiedad personal”.

El hecho de que la acusación sea llevada por la Fiscal General del estado, Letitia James, también habla de la relevancia del caso para las autoridades. James es una prominente abogada e integrante del Partido Demócrata, que fue electa para el cargo de Fiscal General del estado de Nueva York en noviembre de 2018, cuando derrotó en las urnas al republicano Keith Wofford y se convirtió así en la primera mujer afroamericana en ejercer este cargo. A James se le conoce como una acusadora a la que no le tiembla el pulso, y entre las personalidades a las que ha investigado y demandado se encuentra el expresidente Donald Trump, bajo cargos de presunta actividad “criminal” de la Organización Trump en sus prácticas financieras.

La demanda en contra de Sotheby’s fue el resultado de una investigación de más de cuatro años que la Fiscalía hizo sobre la casa de subastas y sus prácticas de impuestos y certificados de reventa, que incluyó el análisis de decenas de miles de documentos y entrevistas a los empleados de la corporación. De hecho, uno de los argumentos de la defensa de Sotheby’s es que entregaron 18.000 páginas de documentos relacionados con otros 17 clientes, y que la demanda sólo se refiere al caso de Sultán Cohén, por lo que se oponen a la solicitud de nuevos documentos hecha por la Fiscalía en la fase preliminar del proceso judicial. “Desde 2015 Sotheby’s ha hecho un gasto sustancial en tiempo y dinero respondiendo a las peticiones de la Oficina de la Fiscal General”.

De acuerdo con la propia Fiscalía, Sultán llegó a comprar hasta 50 millones de dólares en obras de arte entre 2010 y 2015 en distintas instituciones, de los que 27 millones transitaron por las cuentas de Sotheby’s. Pero, entonces, ¿cómo se libró de ser acusado de evadir impuestos?

En noviembre de 2018, el empresario venezolano llegó a un acuerdo con la Fiscalía por el que accedió a pagar 10,75 millones de dólares por concepto de “impuestos, penalidades y daños” y evitó ir a juicio. El coleccionista, como lo identifica la demanda, obtuvo como contrapartida el privilegio de que su nombre no fuera revelado, ni cuando la Fiscalía anunció el acuerdo con él en 2018, ni durante la acusación contra Sotheby’s. Sin embargo, resultan contundentes las pistas que lo señalan como el protagonista central de una de las demandas más comentadas en el mundo del arte, cuyas consecuencias podrían incluso llevar a cambios en los procedimientos para el cobro de impuestos en Nueva York y otros lugares.

La acusación atrajo la atención de varios medios estadounidenses. Entre ellos estuvo el centenario diario de finanzas y negocios, Wall Street Journal, que apuntó sin ambages que el misterioso coleccionista, sobre el que se sostiene toda la acusación de la Fiscalía, era el empresario portuario venezolano. Pero este no es el único indicio que señala a Sultán Cohén como el protagonista de este affaire del fine art neoyorquino. La descripción que en la demanda se hace del coleccionista es un retrato escrito de Sultán Cohén: un empresario extranjero que maneja una “exitosa” compañía naviera, vive en Miami, posee un apartamento en Nueva York, en donde se queda cuando está de visita, y “residencias privadas alrededor del mundo”.

El documento judicial detalla que Sultán Cohén usó una compañía holding, de nombre Porsal Equities Ltd., inscrita en Islas Vírgenes Británicas, para comprar la mayoría de sus obras de arte sin que quedaran registradas a su nombre.

Gracias al apoyo del Proyecto de Reportería sobre Delincuencia Organizada y Corrupción (Occrp, por sus siglas en inglés), Armando.info pudo conocer que Porsal Equities fue registrada en septiembre de 2009 y que pidió certificados de good standing, documentos que acreditan que la sociedad cumple con todas sus obligaciones legales, por las mismas fechas en que el empresario aumentaba la robusta colección de arte privado que atesora en su apartamento en Manhattan.

El pasado 18 de marzo, la Fiscalía realizó una petición de documentos a Sotheby’s, entre los que figuran todas las comunicaciones que mantuvo la casa de subastas con personas o entidades relacionadas con “el coleccionista” o Porsal Equities, entre las que incluye a Nelson Duarte y Ángel Fidalgo, dos venezolanos que han acompañado a Sultán Cohén en sus negocios navieros y de bienes raíces.

Como en su momento lo indicó Armando.info, Ángel Fidalgo de la Vega es un estrecho socio de negocios de Sultán. Figura como directivo de 17 empresas en el estado de Florida. Por medio de esas empresas, Sultán hizo millonarias inversiones en bienes raíces para comprar siete apartamentos de lujo, todos en Miami, por un monto total de 55,4 millones de dólares.

Documentos del divorcio de Sultán Cohén y su exesposa, María Alejandra Osechas López, obtenidos con la ayuda de Occrp, confirman la relación del magnate con estas propiedades. Entre ellas destaca un lujoso penthouse de dos plantas, que cuenta con una terraza techada y su propia piscina, ubicado en las residencias del complejo Oceana Bal Harbour y que fue comprado en 2017 por la empresa del estado de Florida, UPH01S LLC, que tiene como único directivo a Ibericlake Holdings Limited, esta, a su vez, una compañía controlada por Sultán Cohén con sede en Islas Caimán.

Como en el caso de la demanda en contra de Sotheby’s, Sultán también se las arregló para que el proceso judicial de su divorcio se diera en los términos más confidenciales posibles, y firmó un acuerdo con su esposa, de unas 40 páginas, que no está en el archivo público del juicio. Sin embargo, Osechas López se las arregló para incluir en sus reclamos legales pore el divorcio un conjunto de propiedades de lujo en Florida que coinciden con las señaladas en el reportaje anterior de Armando.info.

De hecho, en la demanda, la exesposa lista otras dos propiedades pertenecientes a Sultán Cohén. El 11 de marzo de 2019, menos de tres meses después de culminado el proceso de divorcio, ambos apartamentos cambiaron de manos, desde empresas de Florida, en las que Fidalgo era directivo, representando a Sultán, hasta empresas del mismo estado en las que Osechas López es la única directiva. Ambas están ubicadas en el ya mencionado condominio de lujo llamado Oceana Bal Harbour y fueron traspasadas por un valor de 9,3 millones de dólares.

En su intento por obtener una “distribución equitativa” de los bienes, los abogados de Osechas hicieron un repaso de los activos de Sultán Cohen y del estilo de vida de la pareja, que describieron en un escrito judicial como “extravagante”. Además de los apartamentos de Florida, se indica que los esposos eran dueños de propiedades en Madrid, así como en otras capitales de Europa y América Latina -incluyendo Venezuela-, y que tenían “su propio jet privado” con el que viajaban alrededor del mundo. “Se quedan en los mejores hoteles, cenan en los restaurantes más lujosos y adquirieron terrenos y propiedades costosas durante su matrimonio”, describieron los juristas.

Como muestra de ese desenfrenado estilo de vida marital, la demanda de la Fiscalía de Nueva York contra Sotheby’s relata otro episodio: en mayo de 2015, Sultán Cohén compró dos obras de arte, valoradas en 543.500 dólares, para obsequiarlas a su esposa como regalo de cumpleaños.

Un Basquiat en el carrito de compra

Tanto Sultán como Celis Atencio vienen de acaudaladas familias venezolanas que tienen relación con el mundo del arte en Estados Unidos y América Latina.

Como lo indican sus dos apellidos, Sultán viene de una familia de origen sefardí -los judíos de raíz ibérica que habitan sobre todo en el norte de África y en Asia Menor- que ha tenido miembros destacados, por distintas razones, dentro y fuera de Venezuela.

Su tío materno fue Sadia Cohen Zrihen, presidente honorario de la Unión Sefardí Mundial, y su primo es Carlos Sultán Abadí, quien fue uno de los dueños de las famosas y ahora desaparecidas tiendas Graffiti, una cadena especializada en la venta de ropa, calzado y juguetes.

La familia Sultán Abadí luego pasó a ser dueña de Compu Mall, un grupo de tiendas dedicadas a la venta de artículos de computación, electrónica y papelería, que fue denunciado por funcionarios del chavismo por supuestas irregularidades en la adquisición de divisas preferenciales y que también terminó cerrando sus puertas en medio de la crisis económica venezolana. Carlos Sultán también fue directivo de la Constructora Verca 27, C.A. que tuvo como cliente a varios organismos del estado entre 2005 y 2011, como Pdvsa, el Ministerio de Hábitat y Vivienda y la Alcaldía del municipio Libertador de Caracas, cuando esta era presidida por Jorge Rodríguez Gómez, hoy presidente de la cuestionada Asamblea Nacional oficialista y uno de los hombres fuertes del régimen de Nicolás Maduro.

La parábola de auge y caída de Sultán Abadí acaba de tener un oscuro desenlace. El reciente 19 de marzo Interpol-Colombia indicó que Carlos Sultán Abadí fue retenido en Cartagena, bajo acusaciones relacionadas con el delito “contra la libertad individual en su modalidad de extorsión” en Panamá. Sobre Sultán Abadí pesaba una alerta roja de Interpol que contempla la detención inmediata de las personas con miras al proceso de extradición. El pasado 28 de abril, un reporte de la Corte Suprema de Justicia de Colombia informó que el caso fue asignado a la magistrada de la Sala de Casación Penal, Patricia Salazar Cuellar. Esta instancia judicial dispone de un lapso de casi un mes para decidir si procede la solicitud.

Sultán Cohén también es primo de Solita Cohén Bendayán, hija de Sadia Cohen Zrihen, y una de las coleccionistas de arte más reputadas de Venezuela. Ha formado parte del comité de adquisiciones de Arte Latinoamericano y del Caribe del Museo de Arte Contemporáneo de Nueva York (MOMA, por sus siglas en inglés), del Círculo internacional de amigos del Museo del Prado (Madrid) y del Consejo Internacional de Mecenazgo de la Fundación Museo Reina Sofía (Madrid). También creó la fundación Misol, que tiene como propósito ayudar a la difusión y el reconocimiento del arte latinoamericano.

En una publicación de una revista dedicada a la Art Basel del año 2016, la feria internacional de arte que se originó en Suiza pero que realiza una edición anual en Miami, Solita Cohén fue entrevistada junto a Ana María Celis como parte de la “nueva generación de coleccionistas, galeristas y curadores” latinoamericanos. La relación entre ambas se remonta, al menos, a 2013. De ese año es una foto en la que aparece Ana Cristina Atencio, la madre de Celis Atencio, junto a Solita Cohén en la Feria Internacional del Arte de Bogotá, en dónde Cohén Bendayán ha sido parte integrante del comité de honor.

El linaje artístico de Celis Atencio, por su parte, viene desde sus abuelos. Por el lado materno, es nieta de la coleccionista Sagrario Pérez-Soto Terán -hija esta, a su vez, de un alto oficial del gomecismo-, que investigó y escribió sobre el arte prehispánico de Venezuela. Su abuelo por el lado paterno es el destacado arquitecto Carlos Celis Cepero, quien realizó diseños de unidades residenciales junto al afamado arquitecto venezolano Carlos Raúl Villanueva, responsable de obras icónicas de Caracas como la Ciudad Universitaria de la Universidad Central de Venezuela (UCV), declarada patrimonio de la humanidad por la Unesco.

En su entrevista para la revista de Art Basel, Celis Atencio relata que vivió en Caracas hasta los 15 años, momento en el que se mudó a Nueva York, donde tomó un curso de arte latinoamericano que le recordó a su infancia con su abuela. También se remonta a la colección de obras de arte de una prima como fuente vocacional. Esa prima es Carmen Eugenia Tiqui Atencio de Demirdjian, una coleccionista que es miembro del Patronato del prestigioso Museo Guggenheim de Nueva York, el principal órgano de financiamiento y gestión de la institución, y exesposa del excandidato presidencial, exgobernador, exministro y diplomático, Diego Arria.

Entre las obras que tenía su prima Tiqui en aquella época, Ana María Celis evoca las de Andy Warhol, Damien Hirst y Jean-Michel Basquiat. Precisamente, Celis se convirtió en una de las especialistas de este último artista estadounidense, exponente del neoexpresionismo, de padre haitiano y madre puertorriqueña, penúltimo gran nombre surgido de la Factory de Andy Warhol, que murió de una sobredosis de heroína cuando apenas tenía 27 años. Luego de su muerte, las obras de este artista experimentaron un incremento sostenido en sus precios y ganaron crédito entre críticos e historiadores del arte, a la par que el propio autor se convertía en una figura de la cultura popular.

La demanda contra Sotheby’s precisa que, en 2012, Sultán Cohén compró una obra de Basquiat, usando certificados de reventa falsos, valorada en 5,7 millones de dólares, una transacción jugosa por la que la joven venezolana recibió la felicitación de sus superiores, pocos antes de pasar a Christie’s, en donde también ha tenido una trayectoria destacada y suele ser citada como experto por los medios. Armando.info envió un cuestionario a Celis Atencio a dos correos electrónicos y una solicitud de entrevista a un número telefónico el pasado 27 de abril, pero no recibió respuesta hasta la fecha de publicación de esta nota.

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