Las medidas contradictorias del presidente socialista deterioran progresivamente la confianza en la moneda brasileña. Aumenta la deuda mientras sube el déficit fiscal en los primeros meses del 2023.
El nuevo Gobierno socialista no muestra ningún reparo para abandonar la disciplina fiscal y consumir el superávit heredado de la gestión Bolsonaro. El presidente Lula da Silva anunció que la exención del Impuesto Federal a los Combustibles seguirá teniendo vigencia en 2023, mientras que había sido programada su derogación por la administración anterior.
La exención impositiva se mantendrá sin cambios hasta diciembre para el caso del diésel y el biodiésel, y durará hasta marzo para las naftas y el etanol, según lo dispone el Decreto Oficial del mandatario emitido el día lunes.
Para el Gobierno federal, las medidas de Lula significan un costo equivalente a los 52.900 millones de reales para todo el período fiscal 2023 (9.870 millones de dólares), un fuerte golpe para los ingresos tributarios previstos en el Presupuesto.
Pero al mismo tiempo en que el Gobierno anunció la extensión de desgravaciones impositivas, también se aprobó el levantamiento del techo de gastos por un valor de US$ 28.000 millones en este año. Todas las medidas del oficialismo apuntan a desequilibrar las finanzas públicas y generar más presión sobre el déficit en el primer trimestre.
Incluso el ministro de Hacienda Fernando Haddad, quien se había perfilado como un crítico de la desgravación de los combustibles y se opuso públicamente a las medidas, debió finalmente ceder a la presión del Presidente y acatar la decisión por fuera de cualquier desequilibrio que se pudiera generar.
El Ministro prometió reducir el techo de déficit fiscal de 220.000 millones de reales para 2023, pero las medidas dispuestas hasta la fecha avanzan en la dirección opuesta y aún no se ejecutaron cambios compensatorios sobre los ingresos u otros gastos.
Este episodio demuestra que la figura de Haddad será reducida a ser alfín meramente decorativo dentro del gabinete de ministros y Lula da Silva será su propio ministro de Economía, emulando la estrategia que siguió Néstor Kirchner en la Argentina.
El Real brasileño se devaluó fuertemente un 3,8% frente al dólar solamente en las tres primeras sesiones de 2023 y desde la llegada de Lula al poder. La paridad de la divisa evidencia el clima de desconfianza tras los primeros anuncios del nuevo Presidente, un efecto similar al que provocó la exministra Liz Truss en el Reino Unido.
Los mercados descuentan que la capacidad de endeudamiento del Gobierno brasileño es muy modesta, debido a la reversión de la liquidez internacional, el creciente pago de intereses y el aumento del stock de deuda provocado por la pandemia en 2020. Por todo estos motivos, el margen de maniobra para la indisciplina fiscal es reducido y cualquier movimiento irresponsable genera impactos sobre el tipo de cambio.
El Banco Central de Brasil advirtió, además, que las políticas fiscales irresponsables deterioran la efectividad de la política monetaria y amenazan con desanclar las expectativas inflacionarias. El presidente de la institución, Roberto Campos Neto, advirtió por el efecto inflacionario de las estrafalarias medidas de Lula.
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