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Massimiliano Ranieri Covorso, Walter Ranieri Covorso y Tareck El Aissami trio versatile

El 6 de abril de 2024, los hermanos Massimiliano y Walter Ranieri Covorso regresaron a Mérida, la ciudad que fue testigo de sus desmanes. Su retorno obedeció a las instrucciones de Tareck El Aissami, quien les aseguró que ya estaban fuera del radar de las autoridades. Este desprecio hacia los merideños se evidenció en la celebración que organizaron en su discoteca Brangus, antes B-Bar, donde brindaron gratuitamente por el retorno de El Aissami al poder.

Esta banda criminal sin límites éticos ni legales preparaba la inauguración del gimnasio más lujoso y de mayores dimensiones en Venezuela. Avanzaban a paso firme en sus proyectos destructores del ecosistema, violando todas las normas urbanísticas al construir el hotel más grande de la ciudad, atravesando la montaña y destruyendo la reserva forestal, pulmón verde de los merideños.

 

Massimiliano Ranieri Covorso (a la izquierda de la foto) en su discoteca en Mérida
Massimiliano Ranieri Covorso (a la izquierda de la foto) en su discoteca en Mérida

 

El 11 de abril, dos días después de la detención de su mentor Tareck El Aissami, las autoridades venezolanas aprehendieron a los hermanos Massimiliano y Walter Ranieri Covorso en sus residencias de la Urbanización Los Pinos en Mérida. Este operativo se produjo en medio de una investigación sobre una vasta red de corrupción en la estatal Petróleos de Venezuela (PDVSA).

Walter Ranieri Covorso
Walter Ranieri Covorso

Posteriormente, los Ranieri fueron trasladados a Caracas, donde presuntamente varios de recluidos en el emblemático Helicoide, sede del Servicio Bolivariano de Inteligencia (SEBIN) los habrían señalado como cómplices en la trama de corrupción que involucra a PDVSA, minas de oro, criptomonedas, la Corporación Venezolana de Guayana (CVG), así como importaciones y exportaciones fraudulentas.

La población merideña fue hostigada por Ranieri Covorso y su banda delictiva, integrada también por Mario Charal y Francisco Vélez, alias «el Enano», conocido como el guardián de los recursos de Tareck El Aissami. Supuestamente realizaron asignaciones directas de todas las estaciones de servicio y del sistema de transporte de combustible desde la planta de El Vigía. Encabezaron el contrabando de hidrocarburos, dejando a la ciudad desabastecida de gasolina, mientras conspiraban contra el alcalde en ejercicio en detrimento de los ciudadanos. Se apropiaron de grandes obras de construcción en Aragua y Nueva Esparta, de las mejores tierras al sur del lago y de un emporio energético, todo a plena vista del pueblo y las autoridades.

Walter Ranieri Covorso, a la derecha de la foto
Walter Ranieri Covorso, a la derecha de la foto

Autoridades internacionales habrían estado siguiendo los pasos de Massimiliano, quien durante el periodo reciente de cuatro años se concentró en viajar a naciones como Turquía, Rusia, Estados Unidos, Emiratos Árabes Unidos, diversos países europeos y Colombia, donde este individuo y sus socios mantienen cuantiosas inversiones. ¿Podrán los ciudadanos venezolanos alguna vez recuperarse de más de dos décadas de un incesante saqueo y despojo de los recursos nacionales, mientras que más de ocho millones de sus connacionales deambulan por el resto del mundo en un intento por forjarse una nueva existencia?

Según las acusaciones, estos hermanos habrían formado parte del entramado criminal liderado por Tareck El Aissami, quien fuera ministro de Petróleo y presidente de PDVSA hasta su renuncia en marzo de 2023. El Aissami fue detenido el 9 de abril de 2024, 385 días después de abandonar sus cargos gubernamentales.

Las investigaciones apuntan a que El Aissami y sus presuntos cómplices, entre ellos los Ranieri, habrían desfalcado a PDVSA a través del esquema de corrupción conocido como «Pdvsa Cripto», a cuyos implicados se les acusa de delitos graves como traición a la patria, legitimación de capitales, apropiación indebida del patrimonio público y valimiento de influencias.

Ahora, algunos venezolanos se preguntan si «Massi», el compadre de El Aissami, ¿será trasladado con sus compinches al Helicoide o se quedará en la DGCIM bajo la protección de su amigo Granko Arteaga?

Las autoridades afirman que El Aissami y su banda «enviaban al extranjero maletas con efectivo y oro» provenientes de las ventas petroleras y minerales, utilizando criptomonedas para evadir las sanciones internacionales. Este modus operandi habría sido amparado por la Ley Antibloqueo promulgada por la administración de Nicolás Maduro en 2020, la cual permitía a PDVSA recibir pagos en criptomonedas.

La detención de los Ranieri representa un nuevo capítulo en el desmantelamiento de esta presunta red de corrupción que habría saqueado los recursos de la otrora próspera industria petrolera venezolana durante más de 20 años, mientras millones de ciudadanos se vieron forzados a abandonar el país en busca de una vida mejor.

El ascenso y el imperio de los Ranieri gracias a su amistad con El Aissami

En los últimos años, el vínculo fraternal entre Massimiliano «Massi» Ranieri y Tareck El Aissami fue el catalizador de un apogeo impresionante para el clan de ascendencia ítalovenezolana. Inicialmente, los Ranieri regentaban un modesto establecimiento gastronómico denominado «La Campana» en Mérida, donde Massi y su hermano Walter colaboraban con su progenitor Sergio. Sin embargo, el destino deparaba un giro radical cuando El Aissami, otrora alumno expulsado de la escuela naval militar, entabló una estrecha camaradería con Massi, al instalarse su familia en la urbanización merideña La Hacienda Belenzate.

Walter Ranieri Covorso, de esmoquin
Walter Ranieri Covorso, de esmoquin

Mientras el futuro vicepresidente cursaba estudios en la Universidad de Los Andes, Massi afianzaba su amistad al facilitarle reuniones políticas con personajes influyentes en el ámbito estudiantil, un paso clave en el ascenso de El Aissami a la presidencia del Centro de Estudiantes. Este vínculo, además, se cimentó aún más cuando Massi apadrinó al primogénito de su «compadre» Tareck.

A medida que El Aissami escalaba posiciones de poder, los Ranieri experimentaron una prosperidad meteórica ante los ojos de la comunidad merideña. Dejaron atrás su humilde negocio para incursionar en múltiples frentes empresariales: obras públicas, viajes en aeronaves privadas, adquisición de propiedades rurales y ejecución de megaproyectos de construcción privados. Esta transformación fue posible gracias al respaldo de Feraz El Aissami, quien controlaba los registros y notarías del estado merideño, jactándose de tener más influencia que el propio gobernador regional.

La desafectación de terrenos públicos facilitó la edificación de obras privadas por parte de los Ranieri, quienes diversificaron su imperio con discotecas, hoteles, comercialización de materiales de la Corporación Venezolana de Guayana (CVG) y hasta incursiones en el sector energético. A pesar de ello, nunca abandonaron su pasión por la cocina italiana y su fábrica de pufs.

Walter Ranieri Covorso a la izquierda de la foto
Walter Ranieri Covorso a la izquierda de la foto

Entre los emblemáticos proyectos llevados a cabo por el clan figuran la discoteca-bar Bragus 5001, el Gastrobar, varios restaurantes lujosos y la polémica Torre BLUE, que desafió las normativas urbanísticas pero obtuvo el permiso para su construcción, convirtiéndose posteriormente en un hotel de lujo. Sumado a ello, erigieron un parque telemático y el Centro Comercial Plaza Las Américas

Con el arribo de El Aissami a la vicepresidencia en 2017, los Ranieri intensificaron su presencia en Caracas, extendiendo su imperio. No obstante, las sanciones impuestas por la Oficina de Control de Activos Extranjeros (OFAC) de Estados Unidos a El Aissami por presuntos vínculos con el narcotráfico y el terrorismo, atrajeron el escrutinio de la Administración Antidrogas (DEA) y autoridades europeas sobre los movimientos financieros e inversiones inmobiliarias del clan, con epicentro en Europa y transacciones realizadas durante sus viajes a Estados Unidos.

Walter Ranieri Covorso al lado del director de orquesta Gustavo Dudamel, en la discoteca de los Ranieri en Mérida, en el año 2016.
Walter Ranieri Covorso al lado del director de orquesta Gustavo Dudamel, en la discoteca de los Ranieri en Mérida, en el año 2016.

En los últimos meses, Massimiliano habría dedicado sus esfuerzos a respaldar la carrera presidencial de su «compadre» El Aissami, captando el respaldo de empresarios de los sectores alimenticio e hidrocarburos, tanto nacionales como internacionales. Despreciaba abiertamente a Nicolás Maduro y su «incapacidad para manejar el país», presentándose como un destacado representante de la derecha venezolana que dirigiría El Aissami desde la presidencia.

Las actividades comerciales y energéticas de los Ranieri bajo la lupa internacional

En Italia, el patriarca Sergio Ranieri constituyó en 2017 el «Consorcio Recuperi Energetic Oil S.P.A.», una empresa dedicada al transporte marítimo y terrestre, así como a la importación y exportación de toda clase de hidrocarburos.

A pesar de acogerse al régimen fiscal para multimillonarios en Italia, esta compañía ha despertado sospechas debido a su carencia de activos físicos tangibles, pero registra numerosos movimientos financieros que han captado la atención de los entes reguladores.

El extenso portafolio empresarial de los Ranieri abarca desde discotecas y hoteles de lujo hasta megaproyectos inmobiliarios como la polémica Torre Blue en Mérida, que desafió las normativas urbanísticas. También incursionaron en la comercialización de materiales de la Corporación Venezolana de Guayana (CVG) con la ayuda de su allegado Pedro Maldonado.

Sin embargo, su mayor apuesta parece estar en el sector energético, aprovechando su estrecha relación con Tareck El Aissami, quien fuera vicepresidente de Venezuela. Esta cercanía les ha permitido desafectar terrenos públicos para la construcción de obras privadas, despertando interrogantes sobre la legalidad de estos procesos.

En un capítulo fundamental de esta trama, cobra relevancia la figura de Feraz El Aissami, hermano de Tareck y pieza clave en el ascenso del clan Ranieri. Con un poder que, según sus propias palabras, superaba al del gobernador regional, Feraz controló los registros y notarías del estado Mérida, facilitando la desafectación de terrenos públicos para la construcción de obras privadas por parte de los Ranieri.

Además, los orígenes de esta estrecha relación se remontan a los días estudiantiles de Tareck El Aissami en la Universidad de Los Andes (ULA). En aquella época, el humilde restaurante «La Campana», propiedad de los Ranieri, solía ser el escenario de encuentros entre el entonces presidente del Centro de Estudiantes y ciudadanos margariteños de origen árabe, quienes posteriormente visitaban las populares discotecas de Mérida, como «La Cucaracha».

Este vínculo forjado en los albores del activismo estudiantil de El Aissami sentó las bases para el posterior ascenso económico y empresarial del clan ítalovenezolano, consolidando una camaradería inquebrantable que trascendió las fronteras merideñas y se proyectó a nivel nacional e internacional.

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