CompartirAdvertise here La sintonía de fondo de La Haya, ciudad neerlandesa de la paz y la justicia, son las sirenas y el zumbido de los helicópteros. El amarillo fluorescente destaca entre sus calles por la cantidad inusual de policías que circulan en furgoneta, motos o bicis, mientras, el barrio que acoge la cumbre de la Otan se ha convertido en un distrito irreconocible para los locales. Las autoridades neerlandesas han bautizado como “Operación Escudo Naranja” las tareas para convertir a La Haya en una ciudad ultrasegura para sus visitantes, en especial el presidente estadounidense Donald Trump, y los demás líderes de la Otan. Se trata de la mayor operación de seguridad en la historia de Países Bajos y esta semana nada se mueve en La Haya sin que lo sepan las fuerzas de seguridad. A modo de ejemplo: dos agentes en bicicleta se acercan a un joven sentado solo a la orilla de un canal a unos metros de la entrada a la zona vallada donde se celebra la cumbre. Tras varios intentos de conversar con él, se dan cuenta de que está desorientado, aparentemente tras consumir algún tipo de droga, y de inmediato ponen en marcha el protocolo. La agente se pone guantes y busca la cartera en los bolsillos del chico, comunica la identidad por la radio a sus colegas, graba varios vídeos para probar que no reaccionaba a sus preguntas, antes de proceder a llevárselo de la zona. La Haya ha sido declarada zona de emergencia, lo que da poderes a la policía para hacer registros sin mayores explicaciones ante situaciones sospechosas. La Policía neerlandesa ha desplegado 27.000 agentes, incluyendo casi todos los motoristas del país, para gestionar la cumbre. Además, hay 10.000 militares movilizados, incluidos 5.000 miembros de la gendarmería. El perímetro de seguridad, que incluye el centro de congresos World Forum, está rodeado por más de 5 kilómetros de vallas. El barrio se ha convertido en zona irreconocible para los habituales de La Haya. Se han instalado carpas en plena carretera, el gran aparcamiento subterráneo ha sido transformado en un centro de prensa donde los periodistas trabajan a las bajas temperaturas que caracterizan un parking bajo tierra, y decenas de coches de golf ofrecen a los participantes ahorrarles la caminata desde la entrada hasta los edificios correspondientes.Advertise here EFE/JJ Guillén Dentro de ese perímetro vallado han quedado, por ejemplo, Europol o la Organización para la Prohibición de las Armas Químicas (Opaq), edificios que prácticamente han desaparecido a la vista entre tantos carteles de color azul, donde se muestran las indicaciones sobre cómo llegar al destino. Las señales de tráfico, como prohibido aparcar o ceda el paso, posan sin sentido en medio de esta pequeña ciudad temporal. Muchas carreteras están cerradas, sobre todo cerca del Aeropuerto Schiphol de Ámsterdam y en La Haya, para trasladar a los invitados de forma segura y rápida: unos 60 kilómetros de carretera están parcial o totalmente bloqueados. Se calcula que han aterrizado desde el fin de semana miles de visitantes como parte de delegaciones de gobiernos, industria y medios de comunicación. En cifras: unos 150 altos cargos, desde jefes de Estado y de gobierno hasta ministros de más de 40 países, se reúnen en La Haya este martes y miércoles. En total, unas 6.000 personas representarán a sus países y unos 2.000 periodistas nacionales e internacionales se han acreditado para informar sobre la cumbre. Solo el presidente Trump, que se espera que aterrice en Países Bajos este martes a las 19.00 hora local (17.00 GMT), llega con uno de los dispositivos de seguridad más grandes del mundo: viajan con él unas mil personas, incluyendo agentes de los servicios secretos e incluso chefs, aunque en el menú, como dentro del World Forum estos días, ya se ha dicho que la gastronomía será muy neerlandesa. En un principio, se rumoreaba que Trump llegaría incluso el lunes por la noche, con posibles planes de jugar al golf antes de la cumbre. Preguntado por esta cuestión, el primer ministro neerlandés, Dick Schoof, negó que él fuera a enfrentarse a Trump jugando al golf y recordó que trasladar al presidente estadounidense de un sitio a otro “no es una tarea menor” y que espera que limite sus movimientos al palacio real, donde pasará la noche, y al World Forum, para la reunión de mañana con los Aliados. Según cifras recogidas por la prensa local, organizar la cumbre ha costado a Países Bajos más de 183 millones de euros, el doble de lo presupuestado inicialmente, con una gran inversión en medidas de seguridad, pero también en cuestiones como la “absorción acústica” exigida por la Otan que llevó a duplicar las paredes del World Forum para evitar escuchas. Al final, esta cumbre ha costado unos 10 euros por ciudadano neerlandés. EFE Navegación de entradas Ipys denunció que al menos 16 periodistas permanecen detenidos arbitrariamente en Venezuela Cómo el ataque a Irán refuerza la apuesta nuclear en Corea del Norte