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Hay personas que parecieran vivir en una “burbuja”, ya que se tropiezan, se golpean o caen, pero nunca se fracturan. Otras, en cambio, apenas se doblan un tobillo o resbalan en la vereda y terminan con un yeso. Esta diferencia que durante años se atribuyó a la casualidad tiene, según especialistas, una explicación médica.

Por: La Nación

El Dr. Suhail Hussain, en diálogo con el medio británico LADbible, explicó que la resistencia de los huesos no depende de un solo factor, sino de “una mezcla de genética, estilo de vida y alimentación”. En otras palabras, parte de la fortaleza ósea está determinada por cómo vivimos y otra parte por cómo nacimos. “Todos conocemos personas que parecen tropezar y caer con frecuencia, pero luego se recuperan y se ríen de ello. Y, por el contrario, hay quienes tropiezan y terminan enyesados”, señaló.

Según el especialista, la densidad y fortaleza ósea son en gran medida hereditarias. Características como la estructura de los huesos y la capacidad del organismo para procesar calcio se transmiten de generación en generación. “Algunos de nosotros somos naturalmente más propensos a tener huesos más delgados, y estos pueden romperse más fácilmente bajo presión”, explicó Hussain.

Este planteo está respaldado por la Royal Osteoporosis Society (ROS), que demostró que las personas con antecedentes familiares de fracturas, en especial de cadera, tienen un mayor riesgo de sufrirlas también. “Las investigaciones muestran que si uno de tus padres se fracturó la cadera, es más probable que tú también te rompas un hueso. Las fracturas de cadera tienen una alta tasa de mortalidad y pueden causar discapacidad permanente”, advirtió la organización.

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