CompartirAdvertise here Ismael Bracho, un «socialité» venezolano que cambió Caracas por Miami y al que se señala de conectar a modelos y mujeres de la farándula venezolana con empresarios ávidos de romances pasajeros es señalado por autoridades aduaneras venezolanas como traficante de fentanilo. Funcionarios de aduana en Venezuela han identificado al menos 2 cargamentos de 457 dosis de fentanilo enviados desde Miami a ciudadanos que ejercen medicina de manera ilegal que estarían presuntamente vinculados a Bracho; sin embargo las autoridades chavistas no se han pronunciado al respecto desde septiembre. Algunas fotografías muestran a Bracho luciendo ropa costosa, a bordo de un helicóptero y de paseo por Miami y Las Vegas. En una instantánea tomada en el año 2015 o posiblemente antes, se ve a Bracho departiendo amistosamente con la actriz venezolana Gaby Espino. Advertise here Víctimas de Bracho han denunciado a nuestra redacción por explotación sexual tanto en Venezuela como en Estados Unidos. «Ismael utiliza como fachada su perfil de empresario; cuando en realidad es un proxeneta, ya que sus vínculos con empresarios le ha permitido crear una sofisticada red de trata de blanca y explotación sexual» afirma una de sus víctimas quien solicito protección de identidad. Asimismo, describió que Ismael Bracho organiza fiestas en Miami repletas de alcohol, drogas sintéticas y opiodes, específicamente Cocaína, 2c-b y fentanilo. Otro grupo de jóvenes modelos que hacen vida en la ciudad de Miami afirmaron a nuestra redacción que Bracho comenzó a utilizar menores de edad para satisfacer las exigencias de sus clientes, «fue el detonante que nos llevó a denunciarlo ante la opinión pública y autoridades». Finalmente, las victimas de Ismael Bracho hicieron un llamado a las autoridades de Miami para que lo detengan, ya que representa un pelígro para la salud pública. Navegación de entradas Foro Prospectiva Venezuela del CEPyG UCAB: En 2024 se abren posibilidades para un escenario de cambio político Zenon Prusza Santos dueño de N58 Banco Digital, el nuevo alfil del narcochavismo