CompartirEl análisis estratégico establece que en lo inmediato (enero-mediados 2026) el país se consolidará bajo el Escenario Base de Tensión Coercitiva, con una probabilidad máxima del 60%-70%. Este panorama se define por la coerción militar intensa de Estados Unidos y la resistencia del régimen, blindado por Rusia y China. La juramentación de Maduro, que carece de apoyo popular, amplifica la volatilidad política y condena al venezolano común a enfrentar una hiperinflación proyectada en el 682% Venezuela se encuentra a finales de 2025 en una encrucijada de máxima tensión. Esta situación es impulsada por la confluencia de una crisis interna profunda y la coerción externa activa por parte de Estados Unidos. La inestabilidad tiene su origen en la profunda crisis de legitimidad del gobierno de Nicolás Maduro. Esta fractura política se debe al desconocimiento generalizado de los resultados de las elecciones presidenciales celebradas en julio pasado. El consenso social es abrumadoramente claro respecto a esta ilegitimidad. Una mayoría casi unánime, 91,6% de los venezolanos, considera que Edmundo González fue el verdadero ganador de la elección presidencial. Además, 83,3% de la población manifestó su desacuerdo con la juramentación de Nicolás Maduro para un tercer mandato. La inestabilidad política resultante de este acto ya está comprometiendo la continuidad del relativo crecimiento económico observado en años anteriores. La crisis de legitimidad y la vulnerabilidad El próximo mes de enero de 2026 se erige como un siguiente catalizador de inestabilidad política interna. Esto se debe a la continua ilegitimidad del mandato y los eventos pautados con capacidad de desencadenar nuevas protestas. La debilidad de esta base implica que la estabilidad del régimen es puramente coercitiva. Esto lo hace intrínsecamente susceptible a la agresiva estrategia de presión militar y económica desplegada por Estados Unidos. El rol de la oposición se centra en mantener viva la narrativa de crisis de legitimidad y autoritarismo, lo que justifica la presión internacional. Esta narrativa mantiene movilizado el descontento popular masivo dentro del país. Coerción constante de Estados Unidos El Escenario Base, con máxima probabilidad, implica que la crisis perpetua se institucionaliza. La estrategia dual de Washington mantiene a los adversarios en la incertidumbre sobre las intenciones finales. La presión militar de Estados Unidos se mantendrá a través de ataques cinéticos limitados. Estos ataques se justificarán bajo la etiqueta de antinarcóticos, como los 21 ataques ya reportados contra supuestas narcolanchas. La administración Trump ha maximizado la presión, aumentando la recompensa por la captura de Maduro a 50 millones de dólares. También autorizó a la CIA a llevar a cabo acciones encubiertas dentro del país. Nicolás Maduro saluda a simpatizantes durante la Gran Marcha de la juventud comunera este jueves, en Caracas (Venezuela). Foto EFE/ Miguel Gutierrez El blindaje geopolítico respalda a Maduro A pesar de la máxima presión de Washington, el escenario de tensión permanente se consolida por el apoyo extranjero. El régimen ha fortalecido su alianza militar y económica con Rusia, China e Irán. Especialmente relevante es la cooperación con Rusia, que ha establecido cronogramas de inversión conjunta hasta 2030 en sectores críticos como el petróleo y la minería. Los intereses rusos y chinos en la infraestructura crítica venezolana actúan como una «póliza de seguro» geopolítica. Esta dinámica genera una disuasión mutua, lo que obliga a Estados Unidos a ataques limitados para evitar una escalada regional grave. La continuidad del régimen está garantizada bajo este escenario, ya que tiene apoyo suficiente para resistir la coerción limitada. El alto costo de los alimentos es un problema serio para los venezolanos. Foto: Juan Barreto Consecuencias para el venezolano común Bajo el Escenario Base, la vida se desarrollará bajo la sombra constante de una posible escalada militar. La inestabilidad política compromete la recuperación económica genuina. El ciudadano común enfrentará la profundización de la desesperanza y la persistencia de la crisis humanitaria. Esta crisis está marcada por la pobreza, el hambre y la precariedad de los servicios públicos. La alta inflación recurrente se mantendrá, con tendencia a la dramática cifra de 682% en 2026, según el FMI. Esto, sumado a la contracción proyectada del PIB de 2% en 2025, dificulta la recuperación de los servicios y mantiene la miseria social. La presión externa, hasta ahora, solo ha logrado consolidar una dictadura coercitiva sostenida. La crisis migratoria continuará siendo un factor definitorio, impulsada por la pobreza y el hambre. A petición de nuestra audiencia todos los anuncios publicitarios fueron removidos Navegación de entradas «No me silenciarán»: el joven francés que lucha contra el narcotráfico en Marsella y cuyos dos hermanos fueron asesinados Human Rights Foundation señala a Juan González de tener vínculos con acreedores de la deuda soberana venezolana