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Cuba se monta en la ola «progresista» para borrar pasado de represión contra homosexuales

El nuevo Código de Familias quedó aprobado en la isla con 66 % de los votos apoyado en un fuerte aparato de propaganda estatal a favor del “sí”. El régimen cubano necesitaba activar el instrumento, no por las minorías, sino para sobrevivir políticamente.

Probablemente el Che Guevara y Fidel Castro renegarían de la actual «revolución» cubana si observaran el viraje que ha dado en pro de venderse como un modelo político «progresista y democrático». Más aún, si vieran cómo el régimen que actualmente lidera Miguel Díaz-Canel volcó todo el aparato de propaganda estatal para promover la votación de este domingo a favor del «sí» de la nueva versión del Código de Familias. La norma refrendada contempla, entre varias novedades, la figura del matrimonio igualitario. Algo impensable comenzando la década de los años 60.

Pero ahora el régimen maneja las cosas de otra manera. Eso se vio en los resultados de estas votaciones. Según el Consejo Electoral Nacional (CEN) controlado por la dictadura, contaron con una participación del 74 % del padrón. Es decir, de los 8.425.147 votantes registrados, 6.251.786 depositaron su papeleta en las urnas. De ese total, el 66,87 % votó a favor del «sí».

Atrás quedaron los calificativos de «pervertidos sexuales» u homosexualidad «burguesa» que esbozada Fidel Castro junto al Che Guevara. Así como las numerosas iniciativas para contrarrestar a las minorías en las ansias por formar al «hombre nuevo» y a los «guerreros barbudos» que defendieran su revolución.

Los campos de trabajo forzado creados bajo el lema “el trabajo los hará hombres”, o el «I Congreso Nacional de Educación y Cultura» realizado en el año 1971 y donde la dictadura castrista tachó como una «desviación patológica» a la homosexualidad. Todo quedó silenciado. Hoy Díaz-Canel y su gabinete celebran por la modificación de la ley.

detrás de eso hay grupos como los Comités de Defensa de la Revolución (CDR) que presionan a la ciudadanía con amenazas o algún tipo de ayuda estatal en medio de la crisis. Esa fue una de las formas para que Miguel Díaz-Canel consiguiera los votos para el nuevo Código de Familias.

Sin embargo, este viraje y su estrategia de «pinkwashing» —para aparentar un supuesto progresismo apelando a la comunidad conocida como LGBTIQ+— no ocurrió de un día para el otro. El régimen lo viene planificando incluso antes de la muerte de Fidel Castro. En 2010 este admitía la persecución contra homosexuales.

Previamente, en 2008 Mariela Castro Espín, hija del dictador Raúl Castro y sobrina de Fidel Castro, en cu cargo de directora del Centro Nacional de Educación Sexual (Cenesex), consiguió que el Estado financiara las operaciones de transexuales. El 17 de mayo de ese año se celebró el Día Mundial Contra la Homofobia en Cuba con ella sosteniendo las manos de dos homosexuales en una movilización.

El portal Nueva Sociedad lo llamó «un ambicioso proceso de ‘transformismo’» como una iniciativa del régimen para conceder derechos «a sectores políticamente maltratados pero simbólicamente cargados, con el objetivo de sobrevivir a la actual crisis de legitimidad del régimen». Era uno de tantos pasos para lavarle la cara a la represión y homofobia lideradas por Fidel Castro y el Che Guevara.

Los derechos no se votan, se garantizan
El Consejo Electoral Nacional cubano anunció los resultados sin control cruzado, auditoría o garantía en el conteo de votos o consolidación de datos. Además, el voto en el exterior está restringido. A eso se le suma, que el nuevo Código de Familias ya había sido publicado en Gaceta Oficial previamente antes de las elecciones, denunció Transparencia Electoral. Solo se aclaraba que entraría en vigencia «una vez refrendado». El régimen ya lo daba por hecho.

Por otro lado, se sometieron a votación derechos de las minorías. «Esto va en contra de los derechos humanos porque estos no se plebiscitan, sino que se garantizan», aseguró la organización.

Entonces, lo que se rescata de la jornada electoral es que se trató de una táctica para conseguir rédito político a través de novedades como el matrimonio igualitario o el embarazo subrogado en Cuba. En los mismos centros de votación se veían panfletos a favor del «sí», al igual que en las redes sociales de Díaz-Canel y sus voceros.

Atrás quedaron las bases sobre las cuales se construyó la revolución cubana.

Fuente: Panampost / EstebanRafaelJr

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