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La amistad es uno de los pilares más valiosos de la vida social y emocional, pero no todas las relaciones aportan bienestar. A veces, detrás de una sonrisa compartida o una charla cotidiana, se esconde un vínculo que desgasta más de lo que nutre.

Por infobae.com

Cuando una amistad genera estrés, inseguridad o malestar en lugar de apoyo, puede volverse tan dañina como cualquier otra relación tóxica. Lo más peligroso es que suele pasar desapercibida durante años, hasta que sus efectos —emocionales o incluso físicos— se hacen imposibles de ignorar.

Una relación tóxica suele surgir de manera gradual. Los comportamientos problemáticos se repiten, aunque al principio parezcan inofensivos. El foco principal radica en la aparición constante de conductas o comentarios que desestabilizan el bienestar emocional, afectan la autoestima y complican la vida diaria. ¿Dónde ocurre? En cualquier entorno social, sin límite geográfico ni cultural.

En la mayoría de los casos, se combinan manipulación, desigualdad, falta de apoyo y comportamientos invasivos. Identificar estos patrones resulta indispensable para mantener relaciones sanas.

Ocho señales clave permiten identificar una amistad tóxica, desde la manipulación hasta la falta de respeto y la humillación (Imagen Ilustrativa Infobae)

Detección: Ocho indicadores clave en la amistad

Expertos en salud mental indican ocho signos primordiales que advierten sobre este tipo de relaciones. La primera señal consiste en que el amigo expone inseguridades y debilidades sin empatía, situación que genera duda y sensación de inferioridad. Según expresó a The Clinic la psicóloga Irene López Assor, las observaciones recurrentes y negativas contribuyen a acentuar la inseguridad personal.

Según precisó Le Figaroel segundo indicador corresponde a la presencia solo en momentos de interés propio o necesidad. El amigo tóxico solicita favores, tiempo o incluso dinero, pero desaparece si no obtiene un beneficio directo. De acuerdo a The Clinic, estas actitudes reflejan un vínculo poco recíproco.

Otro elemento clave consiste en la tendencia a victimizarse. El amigo tóxico responsabiliza siempre al entorno de sus problemas y recurre a la culpa ajena para justificar sus conductas, evitando toda autocrítica.

En tanto, el cuarto signo es la ausencia de reciprocidad: el apoyo solo circula en un sentido y el desequilibrio se hace evidente en la dinámica cotidiana.

La quinta señal es ignorar o minimizar los logros ajenos. Un amigo tóxico se niega a alegrarse por el bienestar del otro y manifiesta celos y actitudes competitivas, en especial si la otra persona atraviesa etapas positivas. Según psicólogos consultados por BH Psicología, esta falta de reconocimiento mina la confianza y dificulta expresar emociones.

La sexta señal corresponde a desatar lo peor de uno mismo. Esto ocurre cuando la otra persona provoca reacciones negativas, estrés o enojo, dificultando la convivencia y el crecimiento personal.

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