CompartirLa transición a la vida menstrual, en lugar de ser un proceso biológico natural, se convierte en un rito de paso cargado de ansiedad A pesar de los avances sociales, el tabú que envuelve a la menstruación se mantiene firme, generando consecuencias significativas en el bienestar emocional y la salud de las mujeres. Una investigación reciente, liderada por el Instituto Ingenio (centro mixto del CSIC y la Universitat Politècnica de València), confirma que la invisibilidad del ciclo en ámbitos educativos, culturales y sanitarios sigue siendo una herramienta que vulnera y estigmatiza. En el estudio, que contó con la participación de más de 4.000 mujeres mayores de catorce años y fue publicado en el Journal for Equity in Health, las investigadoras subrayan que solo seis de cada diez participantes percibe la regla con normalidad. Un arma para cuestionar la racionalidad El estigma no es solo una cuestión de silencio; es una forma de control. El estudio corrobora que la menstruación se utiliza histórica y actualmente para menoscabar la credibilidad y las capacidades de las mujeres. La frase «tiene la regla», empleada para desechar opiniones, argumentos o emociones, actúa como un ancla que ata la lógica femenina a su biología, socavando su racionalidad en el debate público y privado. Este silencio persistente, según el análisis de Dani Barrington de la University of Western Australia, limita la presencia del tema en los debates políticos, frena el acceso a productos de higiene menstrual y, de forma crítica, dificulta los diagnósticos médicos adecuados al perpetuar mitos por la ausencia de información fiable. Primera menstruación: inseguridad y sexualización Uno de los hallazgos más sensibles del trabajo es la vivencia de la menarquía (la primera menstruación). El CSIC señaló que muchas mujeres describieron cómo este momento se asoció directamente con la sexualización y nuevas expectativas sociales, generando, en numerosos casos, un sentimiento de inseguridad y vulnerabilidad. La transición a la vida menstrual, en lugar de ser un proceso biológico natural, se convierte en un rito de paso cargado de ansiedad. Sin embargo, el estudio ofrece una luz: recibir información práctica y clara durante la primera menstruación actúa como un factor determinante en la normalización. Quienes recibieron este acompañamiento se sintieron más seguras al hablar del tema en diversos contextos. La investigadora principal, Sara Sánchez-López, señaló que la reproducción de los estigmas es un fenómeno colectivo, aunque algunos «actores» tienen mayor peso, especialmente los medios de comunicación y la publicidad. Los medios y la publicidad, no ayudan La menstruación rara vez aparece en series, películas o libros, lo que refuerza su invisibilidad. Pero es la publicidad la que fue más criticada por las participantes, por su uso de imágenes que falsean la realidad: brillos, purpurinas, fluidos azules en lugar de rojos, y mujeres siempre «enérgicas, radiantes y sonrientes». Esta representación irreal, concluyen las investigadoras, alimenta la idea de que la regla debe ser «embellecida» e «higienizada» para lograr la aceptación social. Sánchez-López, en declaraciones a EFE, sugirió que la ruptura de estas tendencias debe ser individual y colectiva: hablar del tema con naturalidad, evitar eufemismos y, crucialmente, incluir estas cuestiones en los temarios escolares para desmantelar mitos desde la base. Irónicamente, son las mujeres postmenopáusicas las que reportan una mayor aceptación social, lo que la investigadora atribuye a su experiencia y a la comparación de un pasado de absoluto silencio con la mayor apertura actual. A petición de nuestra audiencia todos los anuncios publicitarios fueron removidos Navegación de entradas Cepíllate antes (y no después) de desayunar y otros 3 consejos para lavarte bien los dientes Japón autoriza la píldora anticonceptiva de emergencia sin prescripción médica