CompartirDe anticipo la respuesta es no. Pero por lo imprescindible que resultan los hidrocarburos para el presente y el futuro de Venezuela, es obligatorio razonar esta respuesta y colocarla en contexto. Veamos… Por Rafael Gallegos Lo complejo de nuestra problemática petrolera requiere hilar muy fino. En primer término hay que estar claros en que la Venezuela petrolera está muy por debajo de donde debería estar, a menos de la tercera parte de su capacidad de producción de hace 25 años, y por debajo de la quinta parte de los 5 o 6 millones de barriles diarios en los que deberíamos estar hoy de acuerdo con nuestras potencialidades. Similar sucede con la producción de gas, donde además de estar a menos de la mitad de nuestra potencialidad, se queman o arrojan a la atmósfera en Monagas más de 1 millón de pies cúbicos diarios, parecido al consumo de Colombia y muy superior al de por ejemplo Panamá o República Dominicana. En cuanto a las refinerías, Venezuela procesa alrededor del 15% de su capacidad. La magnitud de estas cifras nos indica -a tirios y troyanos- que es imprescindible rescatar la industria de los hidrocarburos para llevarla a los niveles que reflejen las potencialidades. Y que ahí se juega el futuro del país. El qué y el cómo Hay mucho consenso en el qué: rescatar la industria y llevarla a 5 o 6 millones de barriles, hacer que las refinerías procesen más de 1 millón de barriles por día y garanticen la seguridad energética de los venezolanos. Es decir, que cuando “echen” gasolina, haya suficiente y de calidad, ídem con el gasoil, el gas y el resto de los combustibles. ¡Ah!, y que las refinerías estén en permanente interacción con la venezolana Citgo. ¡Hay que salvar a Citgo! Que se produzcan en el país alrededor de 10.000 millones de pies cúbicos de gas al día, que se reflejen en minimización de los cortes de electricidad, que las bombonas de gas (además de seguras) sean fáciles de adquirir, que el gas metano cubra el máximo del espectro nacional en los hogares y en las industrias. Que se exploten las cuantiosas reservas de gas del Caribe para exportar GNL, entre otros aspectos. Y que haya suficiente gas para la petroquímica, para la Guayana venezolana y para el país. ¿Un sueño? No, más bien una realidad que se nos está yendo de las manos, todos los días. Ese es el qué. El cómo, es mucho más complejo y hay muchas opiniones divergentes, desde los que creen que levantar la industria es soplar y hacer botellas, hasta los que plantean estrategias asertivas. No se puede cerrar Pdvsa Es una premisa fundamental. Pdvsa es una empresa que a pesar de la acentuada decadencia de tantos años, según las cifras secundarias de la OPEP produce más de 900.000 barriles de petróleo por día, de los cuales 60 o 70% (no hay cifras oficiales) proviene de las empresas mixtas. Es decir, cerrar Pdvsa como primer paso para reconstruir la industria petrolera, tal como han propuesto erradamente algunos importantes analistas, significa cerrar al tercer productor de América Latina luego de Brasil y México. Y eso dista mucho de ser cualquier cosa. Pero eso de tercer productor de América Latina no debe cegarnos para reconocer que ese nivel dista mucho –demasiado– de los niveles que debería tener Venezuela. Sin excusas, deberíamos ser el cuarto país productor de petróleo en el mundo, tras los tres mosqueteros: Estados Unidos, Arabia Saudita y Rusia. ¿Y entonces? ¿Cuántas divisas generarían los 4 o 5 millones de barriles que dejamos de producir todos los días? Saque cuentas. No se trata de rescatar Pdvsa Esa es otra premisa. El hecho de que Pdvsa no se deba cerrar no quiere decir que haya que “rescatarla” para llevarla a los niveles de producción, refinación y gas que hemos expresado. Algo así como volver a la Pdvsa anterior. Eso tampoco es posible. En 1976 las operadoras funcionaban a plenitud, lo que se hizo al fundar Pdvsa fue cambiar de piloto y no hacían falta los capitales privados. Hoy las condiciones son inversas, tanto de infraestructura como de personal, así como en la necesidad de grandes inversiones privadas, que cambiarían todos los esquemas organizativos. No se trata de rescatar Pdvsa, sino de rescatar a la industria petrolera. Para desarrollar una industria petrolera de primera en Venezuela, se requieren alrededor de 15.000 o 20.000 millones de dólares al año, durante por lo menos 7 u 8 años. Que no van a venir de la chistera de un mago, sino que serían producto de confianza, leyes y mucha estrategia. Veamos… Imán para inversiones Para que los tenedores de dólares inviertan en Venezuela, deben sentir que hay condiciones para trabajar y para retornar sus capitales con ganancias, porque esa es la idea. Es decir, los inversionistas deben ser atraídos cual imán. Y ese imán comienza por que tengan confianza en Venezuela, que sientan que habrá respeto para ellos, instituciones dispuestas a hacer cumplir los contratos y que en caso de dirimir, lo hagan con justicia. También los inversionistas deben observar que existen leyes claras. Para ello, los venezolanos debemos elaborar –entre otras– una Ley Orgánica de Hidrocarburos (LOH) que muestre una visión de una industria petrolera con muchas inversiones, que redunden en muchas empresas privadas y mixtas operando, y con una u otra empresa estatal muy redimensionada y sin ningún privilegio respecto a las privadas. Una LOH moderna, que estipule agencias de energía para la selección de los paquetes que se subastarán en rondas de licitación, y con un ministerio del ramo de mucha calidad técnica y personal muy bien pagado, que diseñe la política petrolera y que regule el negocio, que lo controle. Hay que estar claros, el negocio de los hidrocarburos es tan importante que, si no lo controlamos los venezolanos, lo controlarán otros. Lo planteado es una fórmula para el rescate de la industria de hidrocarburos. ¡Ah!, y mucha seriedad, porque los dólares –indispensables para el rescate de la industria– no soportan las tortuosidades, ni las desviaciones de acuerdos. Venezuela Energética y con calidad de vida Y claro, a estas alturas del siglo, hay que pensar en una Venezuela Energética: hidrocarburos, hidroelectricidad, energías solar, eólica, marina, etc. Venezuela tiene que convertirse en productor y distribuidor de energía para el mundo, en un hub energético. Aprovechar al máximo nuestras increíbles ventajas comparativas. Finalmente, es imperativo orientar esos recursos a la educación, a la industria, al turismo… hacerlos pivote de la calidad de vida de los venezolanos. De lo contrario, si no se le da prioridad a la calidad de vida a partir de la explotación de nuestra industria energética, no tendría ningún sentido rescatarla. Volver al comienzo… del artículo No se puede cerrar Pdvsa por ningún motivo. En primer lugar hay más de 900.000 barriles de producción. ¿Qué se haría con esos barriles? ¿Y los yacimientos e infraestructura se venderían al primer postor y a precio de gallina flaca? Por favor… Seamos lógicos, la primera estrategia asertiva es el sentido común. Lo que hay que hacer es estabilizar a Pdvsa, recuperar lo recuperable de su infraestructura, optimizar sus funciones… dejarla lista para la incorporación de más de 100.000 millones de dólares a los procesos, de acuerdo con una LOH adaptada a las nuevas realidades. Tenemos con qué y tenemos con quién. Hay gente muy capaz y equipos de alto rendimiento preparados para ello. Hay que tener presente que Venezuela es el país del mundo con más técnicos petroleros por kilómetro cuadrado. Es imperativo acometer el desarrollo de nuestras potencialidades. A petición de nuestra audiencia todos los anuncios publicitarios fueron removidos Navegación de entradas La fase II de Trump y la coartada preventiva del Cártel de los Soles