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La frontera amaneció tranquila. El lunes pasado fue abierta nuevamente para dar paso entre San Antonio de Táchira y Villa del Rosario y entre Tienditas y Villa Silvania. La cotidianidad retomó su ritmo, aunque con cierta resaca existencial. El comercio minorista siguió su vida, pero un poco menguado, y los vecinos de ambos lados cruzaron sin problema los puentes internacionales Simón Bolívar, Francisco de Paula Santander y Atanasio Girardot.

Por ABC de España

El pasado martes Cúcuta, que está en el departamento de Norte de Santander, fronterizo con Venezuela y la mayor puerta de entrada a Colombia, se despertó con temor ante la posibilidad de que una nueva gran oleada migratoria se desate tras el fraude electoral del régimen de Nicolás Maduro y la perspectiva de otros seis años de crisis económica y represión para controlar a una población que pide cambio. Así lo refleja la Encuestadora Meganalisis en un reciente sondeo donde el 89,3% dijo no querer más una Venezuela socialista.

De acuerdo con Atlas Intel, el 51.9% de los encuestados dijo respaldar con su voto a la oposición liderada por Edmundo González, y el 65.3% de estos dijo que, sin cambio, se sumaría a la diáspora, que hoy ronda los ocho millones de venezolanos regados por 90 países. De igual forma lo señaló Meganalisis: si el régimen permanece, el 41,1% de quienes respaldan el cambio saldría del país. Se estima que otro millón de venezolanos podrían dejar su tierra.

La ruta de la diáspora

Un paso atrás y algo de contexto. Venezuela ha tenido cinco oleadas migratorias. La diáspora empezó en 2003, con la nacionalización de la industria petrolera. Luego, entre 2005 y 2008, tomó más velocidad el exilio con la nacionalización de las empresas productivas; ya en 2015, con un marcado deterioro de la economía y más represión, otras 700.000 personas, profesionales mayoritariamente, abandonaron el país. Después vino una oleada mayor, de casi millón y medio de migrantes en 2017, y la más reciente y dramática, la de 2018, cuando la hiperinflación y el desastre administrativo en todo el país expulsó a 2,3 millones de venezolanos. ¿Algo similar puede pasar?

Ronald Rodríguez, del Observatorio de Venezuela de la Universidad del Rosario y experto en el tema, dice que espera estar equivocado, «pero el flujo de venezolanos por el Darién, frontera entre Colombia y Panamá, va a aumentar por razones evidentes», perspectiva que comparte el Gobierno panameño, cuyo presidente, José Raúl Mulino, dijo que se deben «adoptar las decisiones que correspondan para salvaguardar su vida, su integridad y darle paso expedito a las personas que quieren emigrar hacia los Estados Unidos».

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