Hugo Carvajal extradición
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Toda una película: Descubra cómo se fugo, cómo vivía, quién lo ayudaba y cómo fue capturado Hugo Carvajal

Pelucas, bigotes postizos y plantas en la terraza: así se escondía «como un fantasma» el Pollo Carvajal

La terraza del piso estaba repleta de plantas de gran tamaño que dificultaban la visión del interior. Pero a pesar a esa barrera tras la que se ocultaba de miradas ajenas, Hugo Armando ‘El Pollo’ Carvajal Barrios -huido desde 2019-, uno de los fugitivos más buscados por las autoridades estadounidenses y españolas, era todavía más meticuloso: nunca abandonaba las estancias principales de la casa, y si lo hacía, era solo de noche y para tomar el aire, siempre tras la vegetación del balcón de un tercer piso del número 123 de la calle Torrelaguna (Madrid).

Y siempre, siempre disfrazado, camuflando su aspecto bajo bigotes postizos y pelucas. De día, ni se le ocurría poner un pie en el exterior.

Hacía meses que los agentes del Grupo de Fugitivos de la Unidad de Drogas y Crimen Organizado (UDYCO) Central de la Policía Nacional sabían, con seguridad, que en esa zona de la capital de España, muy próxima al complejo de la Policía Nacional del barrio de Canillas, se escondía ‘El Pollo’ Carvajal.

A lo largo de los últimos años, les habían llegado informaciones de toda clase que indicaban paraderos muy dispares: desde países al otro lado del Atlántico hasta otras ciudades de la geografía española.

Lo cierto es que, según relatan fuentes próximas a la investigación, el exjefe de los servicios secretos de Hugo Chávez en Venezuela, reclamado por Estados Unidos por tráfico de drogas y blanqueo de capitales, no pasaba más de tres meses en el mismo apartamento.

Carvajal llevaba dos años rodando a escondidas por distintos inmuebles en los cuatro puntos cardinales de España. Pero ahora se encontraba en Madrid, donde lo encontró la DEA (Agencia de Control de Drogas de EEUU) a finales de primavera. Se le ubicaba en un tercer piso de ese barrio, y desde entonces UDYCO se focalizó en localizarle.

No figuraba como propietario de ningún bien. Tampoco constaba su nombre propiedad inmobiliaria alguna. Ni coches, ni línea de teléfono. Gracias a las informaciones de la DEA los agentes supieron que incluso se había llegado a someter a varias operaciones de cirugía estética para modificar su apariencia.

«Como un fantasma»

Una primera pista clara fue cuando los agentes encargados del caso percibieron ruido en el interior de un apartamento en el que, supuestamente, ya no vivía nadie. Pasaron toda una mañana aguardando agazapados a las puertas del inmueble, desplegados con la mirada fija en el tercer piso del edificio.

Agentes de la Policía Nacional y de la DEA, repartidos por la zona, permanecían con la vista fija en las ventanas del inmueble.

Pasaron horas hasta que le vieron, nervioso, asomarse a través de una de las ventanas y constataron que era la persona a la que estaban buscando.

Carvajal estaba reclamado internacionalmente por Estados Unidos por un delito de tráfico de drogas y fue inicialmente detenido en España en el 2019, que procedió a tramitar su extradición. Tiempo después, logró fugarse y permanecía, hasta ahora, en paradero desconocido.

Pero estaba cerca, muy cerca, de la base de operaciones desde la que llevaban dos años rastreándolo. Y este jueves por la mañana, los agentes obtuvieron la información clave. Todos se trasladaron hacia el lugar. Montaron el dispositivo. Los agentes enviados iban vestidos de paisano. Y tras largas horas de vigilancia, al mediodía, ‘El Pollo’ Carvajal se puso nervioso y los visores lo cazaron. Los investigadores percibieron indicios de que está dentro.

El prófugo vivía desde hacía meses «como un fantasma»: no salía nunca a la calle, vivía totalmente enclaustrado, con un perro como única compañía, en ese amplio apartamento. Los vecinos no le conocían. Nadie reconocía su aspecto. Jamás le habían visto. Ni siquiera imaginaban que aquella vivienda pudiera estar ocupada.

Una mujer «de confianza»

En la casa, no había nadie más en el momento de la detención. Su único contacto con el exterior era una mujer, de nacionalidad venezolana, de su más absoluta confianza. El piso estaba alquilado a su nombre y era ella la que le daba la cobertura necesaria. La que cuidaba de él y le hacía la compra.

Tras hacer las pertinentes diligencias, los investigadores requirieron la presencia de la Unidad de Intervención Policial (UIP), más conocidos como antidisturbios, para acceder al interior del piso. A las 21.15, llamaron a la puerta y no contestó nadie. Insistieron, pero ‘El Pollo’ seguía sin responder. Fue entonces cuando echaron mano del ariete y derribaron la puerta. Tan sólo algunos de los vecinos se asomaron tímidamente a ver lo que estaba pasando.

Ya en el interior, los agentes recorrieron la vivienda sin ver a nadie. No se oían voces. Hasta que alcanzaron la última habitación de la casa, donde encontraron al fugitivo, vestido con camiseta azul, pantalón vaquero y zapatillas de deporte, y gritaron «¡al suelo! ¡al suelo!».

Y Carvajal obedece, y se muestra tranquilo al principio y apenas dice nada. Acepta la derrota mientras los agentes comprueban que, dentro de la casa, tiene todo lo necesario para vivir sin abandonar la tranquilidad de su guarida. Incluso, pesas de gimnasio y diversos aparatos con los que ejercitarse a diario. Tiene un aspecto cuidado, muy parecido al que mantenía la última vez que le vieron, dos años atrás, antes de su fuga.

Tiempo después, los agentes le preguntaron si está vacunado, si se ha inmunizado ya contra el coronavirus. ‘El Pollo’ responde: «No, no me he vacunado, no os lo iba a poner tan fácil».

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