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Sequía más grave en décadas en Argentina enciende alarmas en sector agrícola

Hace cerca de cuatro meses que en las extensas llanuras pampeanas prácticamente no se registran lluvias, dejando a los productores de las decenas de localidades que la pueblan a la espera del agua necesaria para comenzar las tareas de siembra de cerea, aunque los pronósticos tampoco son favorables.

Las condiciones más secas en casi 30 años en las principales regiones agrícolas de Argentina están dificultando el inicio de las tareas de siembra del maíz, señalaron analistas del sector, donde los recuerdos de la «gran seca» del 2008/09, cuando se registraron dramáticas pérdidas de cultivos, crecen día a día.

En Argentina, el tercer exportador mundial de maíz, la siembra del cereal normalmente comienza en estos días en la principal región agrícola ubicada en el este del país.

Sin embargo, hace cerca de cuatro meses que en las extensas llanuras pampeanas prácticamente no se registran lluvias, dejando a los productores de las decenas de localidades que la pueblan a la espera del agua necesaria para comenzar las tareas, aunque los pronósticos tampoco son favorables.

«Esta es una de las situaciones más complejas que hemos visto en las últimas décadas. Tenemos que decir que es el peor escenario de siembra para el maíz de los últimos 27 años», dijo a Reuters Cristian Russo, agrónomo titular de la Bolsa de Comercio de Rosario (BCR).

Como caso paradigmático está Pergamino, una tradicional localidad del norte de la provincia de Buenos Aires que forma parte del corazón agrícola argentino.

Según Germán Heinzenknecht, meteorólogo de la Consultora de Climatología Aplicada (CCA), durante el invierno austral, entre junio y agosto, solo cayeron allí 6 milímetros de lluvias. El registro es el más bajo desde 1933, señaló el especialista.

«Está grave. Viene bien problemática la situación por todos lados», dijo Heinzenknecht, que detalló que en las provincias de Santa Fe y Córdoba, también regiones agrícolas clave, «una persona que quiere sembrar en este momento, no puede».

Russo dijo que la BCR seguramente recortará el próximo miércoles su actual estimación de área para el maíz 2022/23, de 8,2 millones de hectáreas previstos a inicios de agosto, debido a la importante falta de agua que está retrasando la siembra.

En la campaña 21/22 los agricultores sembraron 8,64 millones de hectáreas con maíz, que dio una cosecha de 51 millones de toneladas, de acuerdo a la bolsa rosarina.

«En la zona (agrícola) núcleo y partes de Córdoba, las demoras en el comienzo de las labores se han dado de forma masiva. El escenario actual es desalentador», dijo Andrés Paterniti, analista de Cultivos de la Bolsa de Cereales de Buenos Aires (BdeC).

¿UNA NUEVA «GRAN SECA»?

Los últimos tres meses de sequía coincidieron con el invierno austral, que en Argentina es tradicionalmente un período seco, aunque no en los niveles vistos este año.

A fines de septiembre comienza la primavera en el hemisferio sur, que para el país sudamericano significa el inicio de uno de los momentos de más lluvias para los campos. Pero, al igual que en las últimas dos campañas, la presencia del fenómeno climático La Niña operaría como un limitante de esa tan necesitada agua.

La Niña consiste en una aceleración de los vientos ecuatoriales que provoca un enfriamiento del Pacífico en el Ecuador y que en Argentina se manifiesta con una caída de entre 20% y 30% de los niveles de lluvia en el núcleo agrícola.

«En octubre vamos a tener La Niña. No una fuerte, pero tenés un escenario muy pobre a gran escala, un septiembre que no corrige (en lluvias) y le estás trasladando toda la presión a octubre», señaló Heinzenknecht.

Al invierno seco se le suma también un otoño deficitario en precipitaciones, explicó el meteorólogo de la CCA, que advirtió sobre la posibilidad de estar nuevamente ante una situación como la de la «gran seca» del ciclo 2008/09, producto de dos temporadas consecutivas con la presencia de La Niña.

Según datos del Gobierno, en el ciclo 08/09 la cosecha de maíz cayó un 40% interanual a 13,1 millones de toneladas, mientras que la de soja bajó un 33% con respecto a la campaña previa, a 46,2 millones de toneladas.

«Lo único que puede sacarnos de esto es algo disruptivo, algo que nadie está viendo. Es lo único que puede cambiar el panorama, que es alarmante», dijo Heinzenknecht.

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