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Las lágrimas, ese fluido cotidiano que asociamos con la emoción o la irritación, podrían convertirse en una herramienta médica de enorme valor.

Por Infobae

Un equipo de investigadores españoles del Instituto de Investigación y del Hospital Germans Trias i Pujol analizó su potencial para revelar señales tempranas de enfermedades oculares y, sorprendentemente, también de trastornos neurodegenerativos.

En un estudio publicado en la revista Extracellular Vesicles and Circulating Nucleic Acids, los científicos revisaron más de un centenar de trabajos sobre el uso de vesículas extracelulares derivadas de lágrimas, pequeñas partículas liberadas por las células que podrían funcionar como biomarcadores. La investigación resalta una idea poderosa: el cuerpo ofrece rastros de su estado interno incluso en una lágrima.

El punto de partida es simple pero profundo. Los fluidos oculares, como el humor acuoso y el humor vítreo, reflejan la salud del ojo, pero acceder a ellos implica procedimientos invasivos que limitan su uso clínico. En cambio, las lágrimas pueden recogerse con facilidad, sin causar molestias ni riesgos. Esa accesibilidad abre la puerta a una revolución diagnóstica.

 

Las vesículas extracelulares derivadas de lágrimas contienen proteínas ácidos nucleicos y lípidos que reflejan el estado celular del ojo (Caracol)

 

Según explica Marta San Roque, doctoranda del Grupo de Innovación en Vesículas y Células para la Aplicación en Terapia (IVECAT), “hay una gran variedad de enfermedades oculares que están siendo estudiadas, pero los métodos de obtención de humor acuoso y humor vítreo son altamente invasivos, dificultando su aplicabilidad en la práctica clínica habitual”.

La idea de utilizar lágrimas no es solo una cuestión de comodidad. Detrás hay un componente científico complejo: las vesículas extracelulares, o EVs, transportan en su interior proteínas, ácidos nucleicos y lípidos. Esos fragmentos moleculares son una especie de “huella digital” del estado celular del organismo. Si se logran descifrar, podrían revelar alteraciones biológicas antes de que se manifiesten los síntomas.

En ese sentido, las lágrimas ofrecen un mapa químico de lo que sucede no solo en la superficie ocular, sino también en estructuras internas y, potencialmente, en el sistema nervioso central. Como señaló San Roque, “las lágrimas nos dan información muy valiosa no solo de la superficie ocular, sino de todas las estructuras del ojo”.

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