José Llavaneras y Victor Martins se disputan el archipiélago de Los Roques
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José Llavaneras y Victor Martins se disputan el archipiélago de Los Roques

Los empresarios José Llavaneras y Victor Martins despuntan entre dudas en Venezuela en el mercado de bienes raíces del archipiélago de Los Roques.

Cayos privatizados en Los Roques
Cayos en disputa por los empresarios José Llavaneras y Victor Martins en Los Roques

Ya hay ganadores en la carrera por privatizar una de las joyas turísticas y ambientales de Venezuela. Los mejores postores en la subasta del paraíso -que además es Parque Nacional- han resultado ser José Llavaneras y Victor Martins.

Estos empresarios de bajo perfil que prácticamente tienen el control de las construcciones en los principales cayos del archipiélago, a partir de la compra y remodelación de rancherías, pero también se asoman en las concesiones de hospedaje de lujo que el gobierno licencia por doquier para apagar su sed de divisas.

José Llavaneras y Victor Martins se apoderan de Los Roques

La noche pintaba joven para una fiesta exclusiva en el archipielago de Los Roques. Siete yates de lujo fondeados en aguas cristalinas, uno al lado del otro en el destino más paradisíaco del Caribe venezolano, donde un grupo muy limitado de personas, anónimas todas y previsiblemente muy poderosas, fue resguardado por un cinturón de seguridad. Más de una decena de hombres de negro portando armas largas amenazaban a quienes se acercaban.

Ocurrió el sábado 13 de junio de 2021 en uno de los cayos Noronquises, al norte del Archipiélago de Los Roques, y sorprendió a todos por lo irregular. La preocupación se extendió entre los lugareños como pólvora: “Nunca había visto que cerraran una isla y prohibieran la entrada a turistas”, dijo uno de los testigos, oriundo de Los Roques.

El secreto a voces no podía hacer otra cosa que estallar. En tiempos de pandemia, marcados por la escasa actividad turística, la interrupción tan llamativa de ese fin de semana se comentaba en todas partes. El cayo “estaba ocupado para un evento privado”, se oyó en el archipiélago, aunque los últimos en enterarse fueron los mismos roqueños. De nada valieron las restricciones de vuelos, las normas de convivencia y las limitaciones en prestación de servicios. La pandemia era para otra gente, la música inundó la paz del lugar.

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El Almirante Eladio Jiménez Rattia, jefe de Gobierno del Territorio Insular Miranda desde el 15 de septiembre de 2020 -también presidente del Instituto Nacional de Espacios Acuáticos (Inea) desde la misma fecha-, fue increpado por los habitantes para que “aclarara” la polémica. Aunque prometió respuesta en tiempo corto, nunca hubo explicación para la excentricidad ocurrida en Los Roques, un parque nacional invaluable por su biodiversidad y extensión.

Aunque no es la primera vez que se cierra un islote del archipiélago, el resguardo armado de la fiesta y el impedimento para circular se vivieron como el inicio de un nuevo significado para la etiqueta de «exclusivo» que el propio Estado venezolano ha querido imponer al turismo en la zona.

Así ocurre con los Noronquises, tres cayos coralinos de los 42 que tiene el archipiélago, incluidos en la oferta de inversión turística promovida desde 2019 por el gobierno de Nicolás Maduro.

En papel, de acuerdo con la información sobre la oferta pública del Ministerio de Turismo y Comercio Exterior de Venezuela, buscan inversionistas para dos hoteles “especiales” en los Noronquises con servicios wellness -una tendencia del mercado con todo tipo de programas para el bienestar y la salud- y observación de fauna marina.

A los Noronquises, unos islotes más remotos y apartados de las rutas turísticas de paquete, se suman los cayos de Francisquí, Crasquí y Prestonquí (o isla Agustín), donde también se ofrecen lotes de terreno para “socios inversionistas”, a través de un contrato de concesión o alianza comercial por tiempo determinado.

Estos contratos o alianzas comerciales están a la orden del día para quienes puedan pagarlos y rondan un costo promedio por edificación de seis millones de dólares, según lo muestra el folleto de inversión turística del ministerio a cargo. Es una opción de riesgo en un entorno incierto como el venezolano, pero puede generar para el inversionista la recompensa de su propia utopía de la Laguna Azul.

Para ajustar el circuito en este esquema de captación de inversionistas, el Ejecutivo venezolano aprobó la Ley de Inversión Extranjera Productiva, el 29 de diciembre de 2017, publicada en la Gaceta Oficial y sancionada por la írrita Asamblea Nacional Constituyente que impuso el gobierno de Maduro para limitar la actuación del Parlamento de mayoría opositora. Entre los objetivos de la ley está: “Promover la inversión extranjera productiva para favorecer el desarrollo integral de la Nación, la Suprema Felicidad del Pueblo y el fortalecimiento de la economía productiva y diversificada”.

En el Archipiélago de Los Roques, por ser un parque nacional, los residentes no tienen titularidad de la tierra sino un permiso provisional, en principio, otorgado por la Autoridad Única cuando dependía del extinto Ministerio de Ambiente. Algunos roqueños lograron sacar el título supletorio que les da derecho sobre la bienhechuría, aunque no todos lo han conseguido por la cantidad de trámites que exige la ley en la actualidad.

El otorgamiento de estos papeles pasó a manos de la jefatura de Gobierno del Territorio Insular Miranda, del Instituto Nacional de Parques (Inparques), y del Ministerio de Turismo y Comercio Exterior, entes todos coludidos ahora en la promoción de facilidades para inversionistas con divisas interesados en adquirir inmuebles en zonas privilegiadas. Un plan que ha producido una concentración de la propiedad bajo la bandera del ecosocialismo.

 

Propuesta de inversión turística en Los Roques

Propuesta de inversión turí… by ArmandoInfo

Los empresarios José Llavaneras y Victor Martins se han revelado como los reyes de los bienes raíces en Los Roques.

Vecinos y pares

Uno es José Ramón Llavaneras Kislinger, de 41 años, que suena desde hace casi una década en Los Roques. Tiene su propio avión y ha prestado servicios particulares, no solo a las autoridades de la isla sino a los mismos roqueños. “Más que ‘apoyo’, yo creo que es un acuerdo forzado para que lo dejen hacer sus cosas”, explica una fuente que coincidió en varias ocasiones con el empresario.

Toby Llavaneras no ha pasado inadvertido ante los ojos de turistas frecuentes y residentes, ante quienes muestra sin tapujos su interés por comprar las bienhechurías en el archipiélago para luego venderlas, como confirman tres fuentes independientes que lo identifican como dueño de distintas propiedades.

José Llavaneras y Victor Martins se disputan el archipiélago de Los Roques

También ha cultivado fama por sus modos poco ortodoxos para negociar: habla directamente con los roqueños dueños de rancherías, los convence de entregar la propiedad por una bagatela que, sin embargo, abre el apetito de cualquiera que vive sin lujos en un rancho sobre la playa. Les paga en efectivo un adelanto, luego plantea el intercambio de un inmueble por otro. Una vez en la propiedad, la ranchería es remodelada.

Una de las primeras casas que adquirió Llavaneras en su campaña de colonización de las islas está en el cayo Francisquí de Arriba, que luego la vendió a “un desconocido”. Unos y otros mencionan el nombre de un poderoso hombre del gobierno bolivariano como el del afortunado dueño, pero no existe confirmación sobre el tracto jurídico de esa propiedad. Luego, Llavaneras compró otra casa, esta vez en Francisquí de Abajo, detrás del palafito de Víctor Manuel Martins.

Víctor Manuel Martins Alfaiate es el otro gran propietario y promotor inmobiliario de las islas.

Empresario de origen portugués, Martins comenzó su carrera regentando pequeños hoteles en las islas de Margarita y Coche. En la actualidad maneja una empresa camaronera y es el dueño de la Cadena Paradise, que incluye dos importantes hoteles del Estado -anteriormente administrados por la red Venetur, ente adscrito al extinto Ministerio de Turismo- en Puerto La Cruz y Cumaná, ciudades del oriente del país.

Ese mismo ministerio además le otorgó por 25 años la concesión de la Posada Tsunami, en Gran Roque, cuya estructura antes sirvió como lujosa casa de veraneo para Claudia Díaz, la millonaria exoficial de la Guardia Nacional que fue enfermera de Hugo Chávez y Tesorera de la Nación.

Cuando en 2016 los llamados Panama Papers revelaron sus manejos en paraísos offshore junto a su esposo, Adrián «Guarapiche» Velásquez Figueroa, a las autoridades de la fiscalía chavista en Venezuela no les quedó más remedio que abrir una investigación, allanar su casa y confiscar sus propiedades, que incluían obras de arte, autos de lujo e inmuebles en distintas partes del país, entre ellos, la casona de Los Roques. Actualmente Díaz es solicitada en extradición por Venezuela y Estados Unidos, pero España, país en el que reside, no la ha concedido.

En los cayos Francisquí la oferta de inversión del gobierno -publicada en un folleto publicado por el ministerio que está a cargo- es la construcción de un “establecimiento de alojamiento turístico especial desarrollado sobre los tres cayos, con capacidad para 55 huéspedes”, suites de lujo y un restaurante mirador. La primera concesión de windsurf y kitesurf le fue otorgada a la Cadena Paradise, propiedad de Martins, y el espacio predilecto para la práctica es precisamente Francisquí de Abajo, donde tiene su bungaló.

Por sobre las ruinas

En 2019, Toby Llavaneras adquirió una nueva propiedad en Crasquí, al sur del Gran Roque -este último, el cayo principal del archipiélago y el único con población estable-. En el lote antes existía una ranchería. Otro cobertizo se mantiene allí mientras se concluye la construcción de una inmensa quinta, que destaca en comparación con las bienhechurías vecinas. A propios y extraños les sorprendió que pudiera ingresar material de construcción a la isla durante la pandemia, en 2020, cuando el archipiélago estaba prácticamente aislado. Las autorizaciones de este tipo de trabajos emanan de las autoridades de Inparques y de la misma jefatura de Gobierno.

Crasquí es uno de los cayos con mayor extensión de costa, tres kilómetros de arena blanca coralina y una bahía que permite el anclaje de embarcaciones. En la zona se localizaron piezas de interés arqueológico. Una vasija hallada allí fue donada por una familia roqueña al Laboratorio de Arqueología del Museo de Arte La Rinconada (rebautizado Museo Alejandro Otero) y, a partir de 2005, permanece resguardada por la Universidad Simón Bolívar, en Caracas. Tiene áreas exclusivas de desove de tortugas marinas y un escenario natural que era habitado casi exclusivamente por pescadores, quienes administraban los pocos establecimientos turísticos del lugar. En resumen: un lugar único.

La propuesta actual del gobierno para transformar el cayo es ambiciosa. Promueve la operación de tres establecimientos en lotes de tres hectáreas cada uno, para alojar 126 huéspedes. De acuerdo con el folleto de inversión turística publicado por el ministerio a cargo, ninguno de los terrenos cuenta con un proyecto aprobado.

En una de las zonas ofertadas perduran las ruinas de lo que fue el Camping Crasquí de María Eugenia Joya, una pionera en el turismo ecológico de playa. Recibió la primera concesión de Inparques en Los Roques y echó andar en los años 90. Pero pronto sucumbió entre pleitos legales y el derrumbe del Banco Construcción en la crisis financiera de 1994. El camping pasó de manos privadas al Fondo de Garantía de Depósitos de las Instituciones Financieras (Fogade), y luego terminó bajo la administración de Inparques, en cuyas manos se transformó en el monumento a las desdichas que a menudo aguardan cuando la ambición contamina el hábitat natural.

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