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El PP logra una histórica mayoría absoluta en Andalucía

El PSOE empeora sus resultados de 2018, Ciudadanos desaparece y las izquierdas sufren su división. El ascenso de los populares, que ganan en todas las provincias y grandes ciudades, pone techo a Vox

“Hemos hecho historia en Andalucía”. Juan Manuel Moreno arrasó ayer en las elecciones autonómicas de Andalucía y logró la primera mayoría absoluta del Partido Popular en la región. Los 58 escaños del PP, con un 43% del voto, son un hito en un feudo dominado por el PSOE desde la llegada de la democracia. Además, el PP desactiva el órdago de Vox, que pierde su capacidad de influir sobre el futuro Gobierno pese a subir dos escaños respecto a 2018. PP y Vox suman 72 escaños en el Parlamento andaluz frente a 37 de la izquierda en un resultado con clara lectura nacional. El PSOE cede 3 escaños y cosecha el peor resutado de su historia, con 30. Las dos candidaturas más a la izquierda, Por Andalucía y Adelante Andalucía, bajan de 17 a 7. Ciudadanos sufre otro descalabro y desaparece de la Cámara andaluza.

Con el 99% de los votos escrutados, Moreno alcanza 58 escaños, frena en seco a la extrema derecha de Vox, absorbe y fulmina a Ciudadanos y deja a los partidos de la izquierda sumidos en la penumbra. El PSOE empeora los resultados de 2018 ―pasa de 33 a 30―, obtiene su peor votación histórica en la comunidad y va de shock en shock. Por Andalucía (la coalición que agrupa a IU, Podemos, Más País y otras tres formaciones) ha conseguido grupo parlamentario, con cinco representantes, y Adelante Andalucía logra dos, pero esas dos candidaturas de izquierdas pierden 10 escaños respecto a lo logrado con una lista unitaria en 2018. La última vez que un partido sacó mayoría absoluta en Andalucía fue hace 14 años. Moreno es el único presidente autonómico, junto con los de Galicia, Castilla-La Mancha y Extremadura, que disfrutará de ese amplio apoyo. Los resultados suponen un vuelco histórico: el PP se convierte en el partido hegemónico de Andalucía, donde sustituye al PSOE. Supera en 28 escaños y casi 670.000 votos a los socialistas.

Los populares sabían desde hace tres o cuatro días por sus encuestas que el objetivo de la mayoría suficiente estaba muy cerca. Apenas pudieron contener la euforia en el mitin de cierre de campaña, y anoche la alegría explotó en todas las sedes del Partido Popular. La única duda de estas elecciones era si el Gobierno sería con o sin Vox, y los andaluces han dejado clara su preferencia.

Juan Manuel Moreno marca el camino al líder nacional de su partido, Alberto Núñez Feijóo, en su relación con el partido de Santiago Abascal. El barón andaluz, más barón que nunca, ha jugado varias cartas durante su mandato: sacó adelante su primera investidura y tres presupuestos con Vox, pero sin abandonar el centro político en una comunidad cuyos votantes están (o estaban) escorados a la izquierda.

Por primera vez, todo el mapa provincial de Andalucía se ha teñido de azul. Los populares han ganado en todas las circunscripciones, entre ellas tres de los feudos históricos del PSOE: Huelva, Jaén y, sobre todo, Sevilla, donde los socialistas no habían perdido hasta ahora ni una sola elección: ni generales, ni autonómicas, ni municipales ni europeas. Un vuelco que el PP buscaba desde el arranque de la campaña. También ha ganado en las 12 mayores ciudades, las que superan los 100.000 habitantes.

El PP prefirió la sede regional de la calle San Fernando de Sevilla en vez de en un hotel para celebrar la noche elecotoral. Pasadas las once de la noche, Moreno salió a la calle para mezclarse con las decenas de militantes que se habían congregado en la sede del PP regional para celebrar la victoria. En un atril, casi a la misma altura que los simpatizantes, el presidente de la Junta ha recalcado lo histórico del momento y ha prometido gobernar “con serenidad y humildad”.

El PSOE toca suelo

El candidato socialista, Juan Espadas, firmó un contrato de al menos dos temporadas al frente del PSOE. “Desde mañana soy jefe de la oposición”, dijo en una comparecencia sin preguntas en la que culpó de los resultados a la falta de movilización y cuestionó el uso institucional de la Junta de Andalucía por el PP en la campaña. Los datos del PSOE en estos comicios empeoran el suelo que horadó en 2018 Susana Díaz: pierde tres escaños y baja del millón de votos, dejando al partido en una situación de extrema debilidad. El PSOE va del estado de shock de 2018 al estado de shock de 2022.Los socialistas andaluces se tendrán que hacer muchas preguntas y ser capaces de responderlas. La primera es cuándo el PSOE de Andalucía dejó de parecerse a Andalucía y por qué; cómo un partido que llegó a superar los dos millones de votos en 2004 y 2008 ha bajado 14 años después del millón; y esas cuestiones le llevará a interrogarse por su política de recursos humanos en la que prima la supervivencia.

Desde Ferraz y La Moncloa tardaron mucho tiempo en darse cuenta de que el relevo en el socialismo andaluz era urgente desde la misma noche del 2 de diciembre de 2018 y cuando el inquilino de ambas sedes, Pedro Sánchez, autorizó el remplazo de tropa no solo iban tarde, sino que Moreno, el bueno de Juanma, le sacaba varias cabezas de ventaja aplicando similares estrategias y políticas a las diseñadas en los 19 años de mandato de Manuel Chaves, el bueno de Manolo.

Espadas fue elegido secretario general de los socialistas hace 11 meses, tras ganar unas duras primarias a Díaz, y ha encadenado una cascada de congresos (regional, provinciales y locales) para resintonizar un partido que cogió en sus horas más bajas. A eso se ha dedicado mayormente el PSOE en este último año. El socialista siempre ha dicho en privado que su proyecto es a medio y largo plazo, una hoja de ruta que ya siguió en el Ayuntamiento de Sevilla cuando perdió de manera estrepitosa en su primera elección y en las siguientes alcanzó la alcaldía. En todo caso, aunque Ferraz anticipó al principio de la campaña que las andaluzas eran “meramente autonómicas”, para minimizar el impacto negativo, va a ser muy difícil que la dirección federal se desentienda. El corazón que bombea o bombeaba a todo el partido ―lo que siempre han llamado el granero de votos― tiene graves achaques.

La coalición Por Andalucía se ha estrenado con unos pésimos resultados, y ni siquiera el hecho de que haya logrado grupo parlamentario propio con cinco diputados atenúa un fracaso que estaba casi cantado. La confluencia de IU, Podemos, Más País y otras tres formaciones se cerró al filo del plazo legal para inscribirla en el registro, a un mes de la apertura de las urnas. Llegaron tarde en el tiempo y por ello, jurídicamente, el partido que fundó Pablo Iglesias no pertenece a ella, aunque sí hay vínculo político. El acuerdo consiste en un reparto de cargos y de asesores y la convivencia en el grupo parlamentario se aventura muy difícil. La vicepresidenta segunda del Gobierno, Yolanda Díaz, tras la indiferencia inicial, se implicó a fondo en la campaña de la candidata Inmaculada Nieto. Y si Por Andalucía es la semilla andaluza del proyecto de Díaz, Sumar, el recorrido comienza lleno de incertidumbres.

Adelante Andalucía, marca con la que la izquierda a la izquierda del PSOE concurrió a las elecciones de 2018 liderada por Teresa Rodríguez, y que se rompió con estrépito a mitad de legislatura, obtiene dos escaños, en una campaña sin prácticamente recursos económicos y en la que el máximo activo era la propia Rodríguez, que rentabilizó los dos debates en RTVE y Canal Sur y los cerca de 600.000 seguidores que suma en sus redes sociales.

Marín dimite de sus cargos en Cs

Ciudadanos desaparece del Parlamento andaluz. No ha conseguido remontar unas expectativas que le vaticinaban un sonoro declive y ni siquiera ha logrado arañar un escaño para Juan Marín, que ha sido vicepresidente de la Junta en esta legislatura, como sí consiguió su homólogo en Castilla y León, Francisco Igea. Marín fue el primero de los líderes andaluces en comparecer para anunciar su decisión de poner este lunes a disposición del partido todos sus cargos en Cs y, además de felicitar a Moreno, manifestó su alegría porque Vox no haya podido entrar en la Junta.

El encapsulamiento con el que el líder de la formación en Andalucía pretendió aislar a su Gobierno de coalición para evitar ser arrastrado por la caída libre en la que se ha sumido su partido en el resto del territorio en los últimos años no ha servido para nada. Si en 2018 estuvo a punto de dar el sorpasso al PP y consiguió 21 diputados sin haber entrado en ningún despacho, tres años y medio después, tras dirigir carteras tan relevantes como Turismo, Empleo, Educación, Economía o Igualdad, no ha tenido ningún reconocimiento. “El PP ha sabido rentabilizar y vender la gestión de estos años de Gobierno”, ha señalado Marín para justificar el batacazo electoral. Hace unos meses, la líder nacional de Cs, Inés Arrimadas, hiló el destino de su partido a los resultados en Andalucía. Un nudo que desde entonces se han esforzado por destejer, apelando a la necesidad del espacio de centroderecha.

La elección de Macarena Olona, una de las estrellas nacionales de Vox, como candidata de la formación en Andalucía, evidenciaba que la apuesta de la formación ultra por la comunidad donde obtuvo representación parlamentaria por primera vez era elevada, hasta el punto de exigir entrar en el Gobierno de la Junta para reeditar el apoyo de 2018. Su objetivo era mantener al menos la fidelidad de las casi 400.000 personas que los apoyaron en las últimas elecciones autonómicas, pero sus expectativas en escaños, desde un primer momento, apuntaban hasta los 25. Gana casi 100.000 votos, pero se queda en 14 escaños, y no podrá condicionar las políticas del PP.

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